Jóvenes y desarrollo sostenible: ¿qué futuro estamos dispuestos a construir juntos?
3 de Octubre de 2024
“…yo entré principalmente al tema ambiental para entender la vinculación con los temas sociales. Esto va a impactar más en los que menos tienen, van a aumentar las desigualdades, vamos a tener menos recursos, por ende, menos posibilidades de desarrollo, etc. Después, me fui metiendo cada vez más y fui entendiendo que hablar del ambiente no es solo hablar de cuidar a los pingüinos, sino que implica cambiar el modelo de desarrollo del país, y te habilita a dar otro tipo de discusiones”.
Entrevista núm. 3, varón, 23 años, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
En los últimos años, el interés por el ambiente y la equidad social ha ido creciendo entre los jóvenes, quienes reconocen y procuran iluminar la relación intrínseca entre el ambiente y las condiciones sociales. En Argentina, el movimiento juvenil se ha manifestado demostrando una creciente conciencia sobre la necesidad de modelos de desarrollo inclusivos y respetuosos con el entorno. De ahí que el Laboratorio de Aceleración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina, el Co_Lab, comenzó una investigación cualitativa para comprender los motivos por los que los jóvenes empiezan a comprometerse públicamente en la causa socioambiental, qué tipo de estrategias o prácticas valoran y/o despliegan, y qué significado le dan al hecho de ser activistas.
Los resultados iniciales reflejan que esta población relaciona su interés con distintas situaciones y, en primer lugar, con la causa ambiental, dado que mencionan desde momentos de su vida donde se han sentido en contacto con la naturaleza hasta la vivencia de crisis socioeconómicas. Pese a su diversidad, las situaciones descritas suelen tener un denominador común: una experiencia que les permite reconocer que forman parte de un todo interconectado, y que incluye a la naturaleza y las acciones del ser humano. Además, como el movimiento nacional integra un fenómeno internacional, los jóvenes plantean la necesidad de armar una agenda y definir acciones con lógicas pertinentes a las prioridades y necesidades locales.
Las personas entrevistadas también reconocen que la cuestión ambiental suele verse relegada frente a otras problemáticas que se despliegan con urgencia o que se consideran prioritarias. Lo cierto es que los temas ambientales muchas veces se imponen en la escena pública de manera reactiva. Por ejemplo, se habla de los incendios, las inundaciones o las sequías cuando suceden, y se registran sus impactos negativos, pero no se evidencia una discusión orientada al mediano plazo. ¿Cómo podemos fomentar soluciones basadas en la naturaleza que ayuden a reducir la propagación de incendios? ¿En qué tipo de ciudad queremos vivir? ¿Cuál es su planificación acorde? ¿Cómo mejorar la gestión de los recursos hídricos para garantizar un suministro sostenible en períodos de sequía?
A fin de promover la problematización de la causa socioambiental, esta población destaca la importancia de elaborar narrativas y desplegar estrategias de comunicación que no propongan una visión apocalíptica de la crisis ambiental para evitar sentimientos que lleven a la inacción. El razonamiento es simple: si todo está perdido y no hay un cambio posible, la lucha y la posibilidad de impulsar transformaciones o transiciones carece de sentido. Frente a ello, hay un amplio acuerdo de que los mensajes “deben ir por la positiva” y que el movimiento debe elaborar propuestas en diálogo y articulación con otros actores. La pregunta, entonces, es: ¿qué futuro estamos dispuestos a construir juntos? Para ello, las personas entrevistadas reconocen la necesidad de incorporar a la conversación a los movimientos sociales y las personas más expuestas a los riesgos de los impactos ambientales a fin de discutir y delinear estrategias y líneas de acción comunes de desarrollo.