Mientras algunas economías comienzan a reabrirse y recuperarse de la pandemia de COVID-19, el Informe del PNUD sobre Desarrollo Humano advierte que, en ciertas dimensiones del desarrollo humano, se están registrando niveles de privación equivalentes a los de mediados de la década de 1980. De cara al futuro, no se buscará volver a la “normalidad” de 2019, en la que los avances en el logro de muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no estaban bien encaminados para cumplir el plazo de 2030, sino más bien se procurará reconstruir mejor.
Durante la pandemia, hemos visto que los países con una infraestructura digital más desarrollada suelen estar mejor preparados para afrontar desafíos inmediatos y a mediano plazo, ofreciendo servicios de atención médica y educación en línea y empleando sistemas de pago digitales. La pandemia ha demostrado la importancia de la tecnología y, en muchos casos, ha acelerado la transformación digital. Hemos analizado las nuevas tendencias de algunas tecnologías clave que se están aplicando en las economías en desarrollo y que pueden generar un impacto amplio y duradero.
Ciertas tecnologías nuevas o más económicas han hecho que la información geoespacial sea más accesible. Algunos pequeños Estados insulares en desarrollo, que están expuestos a los riesgos inmediatos del aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos derivados del cambio climático, como Maldivas, usan drones para trazar mapas de riesgos de desastres.
En el Perú estamos empleando datos geoespaciales para ayudar al gobierno a preparar un plan de recuperación de bosques.
La información satelital también puede utilizarse para elaborar programas de microseguro destinados a agricultores, los cuales a partir de datos sobre las precipitaciones y una aplicación móvil permiten efectuar eficazmente pagos automáticos a los agricultores cuando las precipitaciones son muy superiores o inferiores a los niveles medios y generan pérdidas de cultivos. Esto puede mejorar la resiliencia y los medios de vida de muchos agricultores de países en desarrollo.
También se están creando mecanismos innovadores en el sector tecnofinanciero, como la plataforma GCash Forest, que cuenta con el apoyo de la Iniciativa de Finanzas para la Biodiversidad del PNUD en Filipinas. Más de dos millones de personas ya se han registrado en la aplicación desde su lanzamiento hace un año y están acumulando puntos por realizar actividades sostenibles, como caminar, optar por no usar billetes de papel o comprar productos orgánicos. Hasta ahora se han destinado más de US$ 500.000 a plantar árboles.
En el Líbano, el AltFinLab del PNUD ha puesto a prueba una criptomoneda llamada Cedar Coin. Por cada moneda comprada se planta un árbol de cedro. Las especies plantadas son autóctonas y cada tipo de cedro tiene su propio precio. Además, los árboles adquiridos específicamente a través del programa se registran usando la tecnología de cadena de bloques.
Cada vez hay más aplicaciones de la “Internet de las cosas”, desde sistemas de movilidad inteligente y ciudades inteligentes hasta aplicaciones de agricultura inteligente, como sistemas de riego y de gestión de las cadenas de valor. Los medidores inteligentes son fundamentales para ampliar el uso de las energías renovables, tanto las conectadas a la red como las independientes, y favorecen la introducción de otras aplicaciones, como las de pago y medición inteligentes, que contribuyen a reducir el riesgo de la inversión en la energía renovable en muchos países en desarrollo. Además, algunas ONG e instituciones académicas están probando aplicaciones especiales para el seguimiento de proyectos y los ciclos de aprendizaje.
De todos modos, no podemos esperar que los países aprovechen los beneficios de la tecnología si no cuentan con una conexión fiable y asequible. Actualmente hay 3.600 millones de personas que aún no tienen conexión a Internet, principalmente en países en desarrollo.
Para resolver correctamente los aspectos básicos, necesitamos que más personas de los países en desarrollo innoven a nivel local. Algunas veces, una solución más económica y simple servirá. Durante un hackatón realizado en Rwanda, varios equipos de jóvenes ingenieros propusieron emplear nuevas tecnologías para transmitir datos de sensores desde zonas remotas sin cobertura de Internet hacia el punto de Internet más cercano.
Es bien sabido que hay una tendencia creciente en cuanto al compromiso de las empresas con la sostenibilidad, aunque, ante ello, cabe preguntarse si esos compromisos se manifiestan para promover una marca o bien para mitigar el cambio climático. El hecho de llevar adelante las actividades comerciales de la manera habitual y luego informar cómo esto se relaciona con los ODS a modo de reflexión adicional no es suficiente. Todo cambio sustancial debe partir de un análisis detenido del impacto en todos los aspectos de las operaciones, desde la cadena de suministro hasta la producción y las etapas posteriores.
El equipo de Naturaleza, Clima y Energía del PNUD y la Oficina del Oficial Jefe de Tecnología Digital están abiertos a recibir más sugerencias sobre el modo en que las tecnologías digitales podrían generar un impacto sobre el terreno para favorecer el desarrollo sostenible. Envíenos sus comentarios e ideas a digital@undp.org.