Desde su brote, los efectos del coronavirus COVID-19 se han sentido en países de todo el mundo. Con más de 124.000 casos confirmados y más de 4.600 muertes, esta epidemia ha sometido a los sistemas de salud pública y servicios de emergencia a una gran presión. La demanda de suministros médicos y equipos de protección ha aumentado, y muchas personas han sido puestas en cuarentena debido a la sospecha de contaminación. Sin embargo, aunque las circunstancias han sido severas, esta crisis también ha sido un fuerte recordatorio de la resiliencia de China y la importancia de la solidaridad internacional.
Los esfuerzos de China para abordar esta epidemia han sido impresionantes. En el epicentro del brote en la provincia de Hubei, el personal de servicios de salud y emergencias ha estado trabajando día y noche, y merece nuestra gratitud y admiración. Las medidas de inspección y examinación, así como las restricciones de movimiento, han sido efectivas para detener la propagación del virus.
La voluntad del gobierno de recibir asesoramiento y experiencia internacional, en particular de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha sido fundamental para obtener información mejorada sobre el virus y ayudará a todas las naciones a proteger a las personas y controlar el brote. Como el primer país en enfrentar la crisis, China tiene muchas experiencias de las que la comunidad internacional puede aprender. De hecho, para controlar y vencer completamente esta epidemia, la cooperación internacional es indispensable. Con casos confirmados ahora en más de 118 países, la acción colectiva y la solidaridad son más importantes que nunca.
Este no es el momento de señalar con el dedo y asignar culpas, particularmente sobre la base de información incompleta o no verificada. Los casos reportados de discriminación y prejuicio son preocupantes. Las noticias falsas o no precisas, denominadas "infodemia" por la OMS, solo pueden sembrar el miedo y dividir a las personas en el momento en que trabajar juntas es absolutamente esencial.
En espíritu de solidaridad, el PNUD está comprometido a trabajar con países y comunidades de todo el mundo en la lucha contra esta epidemia. En China, el PNUD ha apoyado plenamente a las personas y al gobierno, trabajando con las autoridades pertinentes para brindar apoyo de emergencia y ayudar en la adquisición de suministros médicos críticos. Con un financiamiento inicial de US$500.000 para respuestas inmediatas, el PNUD ha proporcionado equipos que se necesitan con urgencia, incluidas bombas de infusión, sistemas de monitoreo de pacientes y trajes de protección, que son vitales para reducir el riesgo de infección que enfrenta el personal de salud de primera línea.
El PNUD también lanzó una campaña en las redes sociales titulada "Transmite la Voz, No el Virus", para que todos tengan el conocimiento para protegerse adecuadamente. Con más de 27 millones de visitas, la campaña ha movilizado a los internautas para compartir información confiable de la OMS en más de 40 idiomas y dialectos para que los ancianos o las personas en comunidades de minorías étnicas que no hablan mandarín puedan tener acceso a ella.
Debemos reconocer el hecho de que esta crisis trasciende a la salud. Ya estamos viendo signos de un posible impacto restrictivo en el crecimiento económico regional y mundial. A diferencia del brote de SARS de 2002-2003, cuando China contribuía con solo el 4% al PIB mundial, ahora representa aproximadamente el 16%. Como la segunda economía más grande del mundo y un mercado de consumo masivo, China está íntimamente vinculada con el resto del mundo a través del comercio, la inversión y las finanzas. Su integración en cadenas de valor globales y redes de transporte es multifacética y compleja. 7 de los 10 puertos más grandes se encuentran en China.
Se espera que las consecuencias económicas impacten los medios de vida de las personas, afectando desproporcionadamente a aquellas más desfavorecidas. Debido a las medidas de cuarentena, muchas personas en China no han podido regresar a trabajar. En ausencia de mecanismos de ahorro y ayuda financiera, aquellas que han salido recientemente de la pobreza podrían retroceder.
Por lo tanto, más allá de la respuesta inmediata de emergencia, es crucial abordar el impacto socioeconómico de la crisis y centrarse en proteger a las comunidades vulnerables en las áreas más afectadas. Debe haber un esfuerzo por comprender los efectos del virus en el ámbito de los hogares, así como en las pequeñas y medianas empresas que constituyen la columna vertebral de muchas economías locales, para medir el grado en que la epidemia está afectando la capacidad de las familias y las personas para subsistir.
El PNUD busca implementar evaluaciones socioeconómicas de la crisis de salud en la provincia de Hubei a través de encuestas de hogares que examinan grupos vulnerables y empobrecidos. Complementario a esto, también se recopilarán datos para medir el impacto de la pausa inducida por el virus en la actividad económica en las pequeñas empresas. Estos hallazgos informarán las medidas tomadas por los gobiernos locales para ayudar a aumentar la resiliencia de la comunidad.
Como siempre, el PNUD se compromete a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para todas las personas, en todas partes. Continuaremos ayudando a China a superar las dificultades provocadas por esta epidemia y ayudaremos a lograr su objetivo de acabar con la pobreza rural extrema en 2020.
El progreso logrado hasta ahora en la lucha contra el coronavirus ha sido alentador. Sin embargo, esta no es una batalla que termina cuando se trata el último caso confirmado. Las ramificaciones de esta epidemia serán amplias y duraderas, y debemos trabajar para comprenderlas a corto plazo a fin de abordar los posibles desafíos a largo plazo. De esta manera, podemos garantizar que la recuperación de esta crisis sea sostenible y que, como consecuencia, nadie se quede atrás.
Este artículo se publicó originalmente aquí. Los números de víctimas se han actualizado para reflejar el rápido progreso de la enfermedad.