Una brecha abrasadora: las olas de calor sacan a la luz las desigualdades
12 de Junio de 2024
En vista de las sofocantes olas de calor que están afectando a muchos países del subcontinente asiático, pareciera que el verano ha llegado muy pronto en 2024. Se ha registrado un calor sin precedentes en distintas partes de Bangladesh, Camboya, Filipinas, la India, el Pakistán y Tailandia, tanto en grandes ciudades como en zonas rurales. En varias urbes de la India, las temperaturas han ascendido a niveles nunca antes registrados, de hasta 50 °C. La región pakistaní de Sindh registró una temperatura de 52 °C (disponible en inglés), mientras que en Iba, en Filipinas, las temperaturas llegaron a los 53 °C. Esto ha dado lugar al cierre de escuelas y a la emisión de alertas de salud en Filipinas. En muchos estados de la India, se han dado advertencias por temperaturas altas para que las personas no salgan al exterior. El calor, combinado con la alta humedad, hace que sea difícil llevar adelante las actividades cotidianas.
Según el Informe sobre el estado del clima (disponible en inglés), publicado por la Organización Meteorológica Mundial, el año 2023 fue el más caluroso jamás registrado. A medida que las temperaturas aumentan, debido a los niveles récord de gases de efecto invernadero en la atmósfera, el cambio climático genera fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y más intensos. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) ha determinado que los países del sur y sureste de Asia se encuentran entre los más vulnerables a los efectos del cambio climático. Puesto que se trata del continente más poblado del mundo, la vida y los medios de subsistencia de millones de personas corren peligro.
Un ejemplo de esto es el número cada vez mayor de olas de calor en Asia. En la India, el aumento de la temperatura por encima de los 45 °C durante el verano solía ser poco habitual, pero ahora sucede con más frecuencia. Si el mundo no toma medidas significativas para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y afrontar el cambio climático, las temperaturas continuarán superando niveles récord. Actualmente, las temperaturas por encima de los 50 °C durante el verano son un fenómeno poco común, como lo eran hace algunos años las temperaturas mayores a 45 °C. No debemos dejar que se conviertan en algo habitual.
Las múltiples dimensiones de la desigualdad relacionada con el calor
Las olas de calor ponen de manifiesto las desigualdades existentes, al tiempo que originan nuevas disparidades. No todas las personas afrontan las consecuencias del calor de la misma manera; existe una marcada brecha que depende de la situación socioeconómica.
- Desigualdad ocupacional. Imagina que en la actual situación de calor extremo las personas tengan que salir al exterior para ganarse la vida, en entornos donde el aire parezca el de un horno y pueda representar graves riesgos para la salud. Esta es la realidad que viven muchos jornaleros, vendedores ambulantes, agricultores y recolectores de residuos y millones de personas que habitan en la región de Asia y el Pacífico.
- Desigualdad económica. Las personas que pueden costear un mejor estilo de vida, un mejor hogar y mejores servicios de atención médica pueden afrontar el calor con menores consecuencias, mientras que las personas que carecen de recursos no pueden escapar a ellas. El calor afecta su salud, lo que a su vez repercute en su situación laboral y económica y, por ende, limita sus oportunidades y amenaza con sostener o intensificar el ciclo de desigualdad.
- Desigualdad sanitaria. El calor extremo puede generar graves riesgos para la salud, como golpes de calor, problemas respiratorios, estrés e incluso la muerte. Las personas más expuestas al calor suelen ser las que no tienen acceso a servicios de atención médica de calidad.
- Desigualdad de género. Debido a obstáculos estructurales, las mujeres y las niñas se ven afectadas por el calor extremo en mayor medida que los hombres en lo que respecta a su trabajo, remuneración y salud. Durante las olas de calor, las mujeres tienen más probabilidades de perder su empleo y asumir mayores responsabilidades de cuidado. Esto incide en su educación, sus oportunidades económicas y su bienestar en general, al tiempo que agudiza aún más las desigualdades de género.
- Desigualdad geográfica. Las ciudades, donde viven la mayoría de las personas, se enfrentan a mayores consecuencias derivadas del aumento de las temperaturas. Esto se debe en parte al fenómeno conocido como “isla de calor urbano”, que se produce cuando las ciudades reemplazan la cobertura terrestre natural con concentraciones densas de pavimento, edificios y otras superficies que absorben y reemiten el calor, lo que causa olas de calor más severas. Con frecuencia, a este calor le siguen sequías y fuertes lluvias, las cuales dan lugar a inundaciones que a su vez incrementan la pobreza y la inseguridad alimentaria. Esto subraya la necesidad de contar con más espacios verdes en las zonas urbanas, ya que estos actúan como mecanismos naturales de refrigeración.
Una crisis sin fronteras
El cambio climático no conoce fronteras y afecta a todas las personas sin excepción. Bhután es un país que no genera emisiones de carbono, pero está muy expuesto a los efectos del cambio climático. Por ejemplo, en la aldea Lunana, uno de los asentamientos humanos ubicados a mayor altura del mundo, las crecidas de los lagos glaciares ponen en peligro la vida y los medios de subsistencia de las personas. A medida que suben las temperaturas, los glaciares se derriten con mayor rapidez y aumentan los caudales de agua. Esto pone de relieve otra dura desigualdad: pese a no contribuir a las emisiones mundiales, las personas que viven en esta zona remota del país deben afrontar las consecuencias de esas emisiones.
Cada fracción de grado que aumentan las temperaturas medias puede incidir de manera significativa en las pautas climáticas y meteorológicas, lo que muchas veces genera efectos devastadores para las personas y el planeta. Ya estamos viendo los efectos del cambio climático: fenómenos meteorológicos extremos, la escasez de agua y alimentos y la pérdida de biodiversidad en entornos terrestres y en el océano. Estas consecuencias intensifican la desigualdad y los desplazamientos, lo que repercute en el desarrollo y en la prosperidad a nivel mundial.
Por ello, mantener el aumento de las temperaturas medias mundiales por debajo de 1,5 °C no es una opción, sino una verdadera necesidad. Los gobiernos deben tomar medidas para reducir las emisiones y proteger a las personas, especialmente a las más vulnerables.