Aunque la teleología común del turismo es el placer o el ocio, este sector trae consigo mucho más para el bienestar individual y colectivo de lo que habitualmente logramos reconocer. Desde una mirada personal, cuando eres viajero no solo registras el abrumador paisaje o la gran obra de arte de civilizaciones antiguas, también aprendes a reconocer y a respetar la compleja diversidad de la humanidad. Especialmente hoy en día, en un mundo donde resurgen ideologías divisorias que buscan alejarnos, es importante conectarte con el otro distante, reconocerte en él o en ella, y reconocerles en ti. Pero viajar o hacer turismo no solo trae beneficios para quien toma el camino; sino también, para lo colectivo en el amplio sentido de la palabra.
A nivel global el turismo aporta con 1 de cada 10 empleos, el 2018 ha generado 1,6 billones en ingresos, lo que representa el 10% del PIB global. El turismo, como actividad económica, tiene una versatilidad que otros sectores no tienen, puede adaptarse muy rápido a las nuevas tecnologías, puede realizarse en distintos territorios y hacer uso de un abanico de recursos que para otros sectores carecen de valor, y, además, puede ser inclusivo, justo y sostenible con el medio ambiente. Ya se tiene suficiente evidencia sobre cómo el turismo ha permitido mejorar la inclusión de mujeres a trabajos dignos y estables, disminuyendo las brechas de género.
Al mismo tiempo, prácticas como el ecoturismo, el turismo comunitario y el turismo sostenible, entre otros, son ejemplos claros de como este sector puede contribuir a generar valor, generar trabajo y también proteger los sistemas de vida. Actualmente, el mundo pasa por una situación crítica en cuanto al medio ambiente. La degradación, contaminación y destrucción de ecosistemas enteros han puesto en jaque a nuestro planeta. Es por ello, que el turismo debe ser parte de la cartera de opciones del presente y del futuro para la generación de trabajos verdes, protectores y sostenibles. Cómo lo dijo Don Primo, emprendedor turístico de la comunidad Cacapi de Bolivia, “con el turismo un árbol vale mil veces más vivo que cortado”.
Por otra parte, por sus características, este sector tiene la capacidad de dinamizar economías locales y nacionales, generando un efecto multiplicador de amplio rango que se traduce en la creación de fuentes de trabajo en áreas que no necesariamente se vinculan con él, como la pesca o la producción artesanal de derivados de la leche. La trascendencia de la actividad turística es tal que es reconocida por los estados a nivel nacional, contando muchas veces con su propio ministerio, y a nivel internacional a través de instituciones como la Organización Mundial de Turismo (OMT). Esta institución fue fundada con el objetivo de fomentar al sector a nivel global. Decisión acertada pues así lo dicen las cifras, de 1950 al 2018 el número de turistas creció de 25 millones a 1400 millones, teniendo una proyección de crecimiento para el 2019 de un 4%. Esto indica que es un sector con un constante crecimiento en la demanda, lo que implica una estable fuente de ingresos y beneficios. La oportunidad está al alcance de todos.
Son por estos motivos que desde el PNUD, en coordinación con el Ministerio de Culturas y Turismo, y con el financiamiento de la Cooperación Italiana, implementamos un proyecto para desarrollar el turismo comunitario anexo al Qhapaq Ñan, con el fin de generar alternativas de desarrollo económico que no solo generen nuevas fuentes de trabajo, sino que también sean inclusivos, que conserven y pongan en valor el patrimonio cultural material e inmaterial de las comunidades, y que protejan el entorno medio ambiental.
A través de este proyecto contribuiremos a la generación de modelos de gestión turística comunitaria que puedan ser replicados en otros espacios del Estado boliviano, y, al mismo tiempo, promoveremos a este sector estratégico para que sus múltiples beneficios se materialicen en el colectivo y permitan al viajero visitante reconocerse en Bolivia.