Aprender es un modo de fluir. Experiencias desde el proyecto Neomovilidad

Autora: Yamilka Caraballo

13 de Junio de 2024

Comencé a trabajar en el Programa de las Naciones Unidas (PNUD) en Cuba en el 2016 y uno de los primeros procesos en los que me involucré fue la formulación del Proyecto PNUD/GEF Neomovilidad. 

Esto me condujo, por primera vez, a la aplicación de la herramienta de salvaguardas ambientales y sociales del PNUD, que incluía la evaluación y el plan de acción de género. Esta herramienta me resultó muy interesante desde la primera mirada, pero en verdad, comencé a aplicarla de manera más estructurada al comienzo del proyecto. 

Uno de los riesgos identificados se relacionaba con la igualdad y la equidad de género dado que el sector de transporte se considera tradicionalmente masculinizado. A nivel nacional las mujeres ocupan más del 60% de la fuerza técnica de trabajo, pero en el sector de transporte solo el 25% de esa fuerza está representado por mujeres. Adicionalmente, más del 95% de la población reproduce al menos un estereotipo sexista; por ejemplo: el 53 % de la población cubana piensa que “hay trabajos que no son adecuados para las mujeres”, como conducir un ómnibus o pilotear un avión.

Este escenario nos hizo preguntarnos en el equipo de Naturaleza, Clima y Energía del PNUD en Cuba: ¿Cuál sería la mejor manera de acompañar al sector de transporte en la implementación de este proyecto? ¿Cómo  contribuir desde el proyecto al beneficio ambiental global mediante la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y al mismo tiempo, cómo  aportar a la reducción de la brecha de género en el sector?


El proyecto Neomovilidad, acompañado por el PNUD y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, se enfocó en la mitigación del cambio climático en el sector del transporte en la ciudad, a partir de la promoción de una movilidad sostenible con el liderazgo de mujeres y jóvenes. 


Cuando hablé por primera vez con el equipo del proyecto sobre este tema, percibí que asumían la propuesta, por la relación tradicional de respeto que existe entre el PNUD y la contraparte nacional. Sin embargo, el “manantial no fluía”. La poca experiencia de trabajo articulado previo con este equipo no permitía lograr un flujo de ideas productivo. 


No obstante, una piedra en el camino, o dos, o tres, no indican necesariamente que hay que cambiar de rumbo. En una sociedad como la cubana, donde el 57% del total de profesionales universitarios vinculados al trabajo son mujeres, el abordaje de las inequidades de género debe hacerse desde las ciencias. Entendí que quedaba mucho por hacer para que ambas partes se integraran con todo su potencial y se sintonizaran “en la misma cuerda” para lograr los resultados del proyecto.

Comprendí que era necesario conversar con las personas vinculadas a la implementación para entender cómo pensaban y abordaban sus realidades y qué soluciones identificaban. En ese punto, resultaba necesario traer a la mesa, los saberes de las ciencias sociales. Para identificar potencialidades y encauzarlas dentro de una lógica de desarrollo, se requiere del “saber hacer” de este sector del conocimiento.  Por eso comenzamos a colaborar con el Programa Cuba de la Facultad Latinoamericana para las Ciencias Sociales (FLACSO).


Para Danay Díaz, socióloga de formación e investigadora de FLACSO, el involucramiento en el Proyecto Neomovilidad llegó como “una tarea” de investigación, que inicialmente había sido asignada a otra investigadora de la misma institución. Hace poco supe que, en esa ocasión, Danay escogió esta, de entre dos “tareas” que le habían propuesto asumir en ese entonces, aunque no porque tuviera un interés previo en tales temáticas.  


Lo más cerca que había estado del tema hasta ese momento se resumía en una frase que solía utilizar: “la sociología de la botella”, para agrupar las reflexiones que compartía con amistades y colegas cuando aplicaba la mirada sociológica a sus vivencias cotidianas con el transporte. La primera vez que le hablaron del proyecto preguntó: “¿Equidad en el transporte? ¿Qué cosa es eso?”. 


Danay comenta que “hasta ese momento no había trabajado las desigualdades en el ámbito del transporte”. Precisa que la orientación inicial recibida por ella había sido impartir una conferencia sobre equidad en el transporte en un evento, y salió de allí con la responsabilidad de coordinar el equipo temático de trabajo del proyecto. 


Cuenta que en ese momento dudó: “¿Y ahora qué hago si yo no sé nada de movilidad, ni de movilidad urbana sostenible y mucho menos de género y movilidad?”


A partir de ahí inició su búsqueda de datos, su investigación. Fue un proceso de estudio, de aprendizaje, de nuevas oportunidades. A medida que avanzaba, notaba que en Cuba no había suficientes estudios sobre el tema de la movilidad y las desigualdades sociales. 


Para Danay ha sido una experiencia de crecimiento. Agradece la oportunidad de investigar, desde FLACSO, un campo emergente en el país, como son los estudios de movilidad. Esto, admite, ha requerido mucha valentía. 


Hoy el alcance de sus investigaciones se ha ampliado hacia la sociología urbana, particularmente en los temas de movilidad, escasamente abordados desde esa disciplina. Danay resume esta experiencia “como un proceso continuo de aprendizaje, de oportunidades, un mundo por descubrir, nuevo, que le ha encantado”. Considera que en Cuba estos estudios de movilidad y desigualdades sociales deben ampliarse.

Gestionado por un emprendimiento de jóvenes, Habici cuenta hoy con 7 estaciones y sigue extendiendo un sistema de bicicletas como alternativa al transporte urbano en la zona de suoeste de la capital.

Guadalupe Rodríguez, también miembro del equipo de Neomovilidad, es ingeniera civil y se desempeña como Coordinadora Técnica del proyecto. Sobre sus impresiones iniciales al respecto relata: 

“Al principio pensé que no era necesario incorporar a FLACSO, porque ya el Ministerio de Transporte (MITRANS) tenía una Estrategia de Género. Además, el MITRANS anualmente organizaba un evento para el abordaje del tema género y venía desarrollando acciones para facilitar el acceso de las mujeres a los empleos del sector de transporte.”

Con el tiempo, continúa contando Guadalupe, supo que aún quedaba por hacer en materia de igualdad de género en el sector del transporte:

“Ahora el MITRANS notó que faltaba la visión de género "hacia fuera", es decir en la prestación del servicio público de transporte. También han comprendido que no se trata solo de la mujer, se trata de equidad en un sentido más amplio. No es solo equidad de género, es también equidad generacional y en base a situaciones de discapacidad.”

Como resultado del trabajo conjunto entre actores del sector de transporte y de las ciencias sociales, se logró contribuir al empoderamiento económico de la mujer en este sector, mediante acciones de capacitación para obtener la licencia de conducción y acceder al empleo.

En la base de triciclos eléctricos de Fontanar, experiencia piloto del proyecto,un grupo de mujeres se desenvuelven como choferes para facilitar la movilidad urbana sostenible. 

Conoce más aquí:

Por primera vez, el sector del transporte cubano cuenta con una cartilla ilustrada que apoya la inclusión de género en las actividades que le competen. A esto se suman otras herramientas en apoyo a la transversalización de género en el desarrollo sostenible, desarrolladas en el marco de los proyectos que implementa PNUD en Cuba.  

Como un manantial, hoy la articulación entre investigadoras/es de las ciencias sociales e implementadoras/es técnicas/os de los proyectos del área de Naturaleza Clima y Energía de PNUD, fluye de modo natural para poder garantizar la aplicación de enfoques de igualdad, participación e inclusión, que tributen a las salvaguardas ambientales y sociales de la organización, en la ruta hacia una sociedad cada vez más inclusiva.

Mujer conductora de la ruta de triciclos eléctricos en el municipio habanero Boyeros