En momentos como este en que el mundo atraviesa una crisis de salud que ha puesto en juego el bienestar de la humanidad, las noticias falsas y la desinformación se convierten también en una pandemia tan peligrosa como el COVID-19.
Diariamente recibimos un “bombardeo” de informaciones que la gente pública, incluso de buena fe, sumándose a la cadena de envíos masivos a través de las plataformas digitales. Con la llegada de Internet, la mentira dejó de tener “patas cortas” y empezó a andar a saltos gracias a la Revolución Digital, que nos permite estar conectados en cuestión de segundos con personas al otro lado del mundo y enterarnos de lo que sucede en cualquier parte del globo, con tan solo hacer un clic en cualquier plataforma social.
Es en esta atmósfera en constante cambio, marcada por la inmediatez, que las noticias falsas alimentan nuestros miedos, crean pánico, disturbios e influyen en nuestras decisiones en una situación determinada. Pero ¿por qué se propagan este tipo de noticias, quiénes se benefician y qué podemos hacer al respecto?
Las noticias falsas se escudan en el derecho a la libertad expresión y en su nombre las personas aprovechan para decir lo que sea creíble o no, veraz o no, afecte a alguien o no y para ello se valen de las redes sociales, las cuales si bien están abarrotadas de noticias falsas, son un canal al que muchas personas usuarias recurren para informarse, sin tener en cuenta el riesgo de desinformación que corren, ni el efecto multiplicador que tiene la acción de compartir este tipo de información sin verificar.
República Dominicana no es ajena a este fenómeno. Cuenta con 6 millones de personas activas en las redes sociales, que representan el 55% de su población. De estas (personas) cibernautas, el 95% se conecta a través de su dispositivo móvil y un total de 5.7 millones de usuarios y usuarias en el país utilizan Facebook, según el Índice de Desinformación Global (Global Internet Use Accelerates por sus siglas en inglés).
Sin embargo, existen una serie de programas y herramientas para desenmascarar las noticias falsas. Por ejemplo, la plataforma Truly Media, diseñada para ayudar a periodistas a comprobar la autenticidad de los contenidos.
Más allá de las herramientas que podemos usar, también debe imperar nuestro sentido común. Ante una información que parece importante preguntémonos ¿es fiable la persona que publicó la información? También podemos introducir palabras claves en el buscador para comprobar si otros medios oficiales están informando sobre el tema.
Asimismo, asegurémonos de leer todo el contenido, no nos conformemos solamente con el título, las noticias deben tener datos o fuentes y para saber si son actuales verifiquemos siempre la fecha de la información.
Hoy más que nunca urge el acceso a la información con contenidos de calidad que genere impactos positivos en nuestra sociedad y en nuestro bienestar. Demandemos el ODS 16; paz, justicia e instituciones sólidas, para que a todos los niveles existan instituciones eficaces y transparentes que rindan cuentas y garanticen el acceso público a la información y las libertades fundamentales.