Desde hace 26 años, cada 13 de octubre se conmemora el Día Internacional para la Reducción de Desastres, día designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas para aumentar la sensibilización hacia este tema, reconocer avances y alentar acciones dirigidas a reducir el impacto de los desastres en la vida y el bienestar de las personas, y hacer las comunidades y naciones más resilientes.
Este año, bajo el lema Infraestructuras resilientes se promueve una de las siete metas globales del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015 - 2030, articulado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático: “Reducir considerablemente los daños causados por los desastres en las infraestructuras vitales y la interrupción de los servicios básicos, como las instalaciones de salud y educativas, incluso desarrollando su resiliencia para 2030”.
La República Dominicana -ubicada en un área de elevada peligrosidad sísmica-, dispone de relevantes conocimientos que sirven de insumo a los hacedores de políticas públicas, para implementar acciones estratégicas de prevención a corto, mediano y largo plazo, necesarias para llevar al territorio a un nivel de riesgo “aceptable”.
La microzonificación sísmica del Gran Santo Domingo[1], es un excelente ejemplo: detalle de la geología, geofísica y geotecnia de más de 260 km2 donde habita una población de más de 3 millones de habitantes. Esta valiosa información hace posible anticipar los efectos de un sismo sobre construcciones y estructuras, e identificar los parámetros a considerar -antes de diseñar las estructuras- para que sea conforme con las características del territorio y reducir con ello el riesgo sísmico. Todos esos estudios elaborados con el Servicio Geológico Nacional están a disposición de toda la sociedad dominicana, de las instituciones públicas y privadas, oficinas de planificación urbana y de ordenamiento territorial, alcaldías, la academia.
La evaluación visual rápida de 23 edificaciones públicas estratégicas del Distrito Nacional1, que deben mantener íntegra su funcionalidad en caso de un sismo, es otro buen ejemplo. Muchos de estos edificios ameritan estudios de vulnerabilidad sísmica de detalle y la realización de las correspondientes medidas de remediación.
Todas estas acciones están siendo consideradas en la actualización del Plan Nacional para la Reducción del Riesgo Sísmico, que se realiza bajo el liderazgo de la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (ONESVIE), y que define una hoja de ruta para que el país continúe avanzando de una manera más proactiva y camine hacia una nueva visión basada en la reducción del riesgo y en el aumento de la resiliencia.
Un país resiliente no se construye de un día para otro. Requiere de políticas públicas que demande a cada una de las instancias sectoriales, prever anualmente en sus planes y presupuestos institucionales de corto, mediano y largo plazo, los recursos necesarios para avanzar gradualmente.
Como expresó Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, en su mensaje con motivo del Día Internacional para la reducción de los desastres: “Hagamos lo que esté en nuestra mano para que se persigan objetivos más ambiciosos en relación con la acción climática y la reducción del riesgo de desastres, así como en todos nuestros esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
[1] Elaborada a través del proyecto “Estudio de la amenaza sísmica y la vulnerabilidad física del Gran Santo Domingo” implementado por el Servicio Geológico Nacional (SGN) con el apoyo técnico del PNUD y el financiamiento principal de la Unión Europea.