En una histórica elección, Chile eligió por primera vez una Convención Constitucional encargada de escribir una nueva constitución. Es el primer órgano constituyente en el mundo que incorpora mecanismo de paridad de género, por lo que de sus 155 integrantes, 78 son hombres y 77 mujeres. Sera uno de los órganos de mayor representación en la historia del país, no solo por el equilibrio de género. También se reservaron 17 escaños para candidaturas pertenecientes a pueblos indígenas. El promedio de edad de quienes resultaron electos es de 45 años, al menos seis pertenecen a la comunidad LGBTI, parte importante no pertenecen a la elite política o económica tradicional, no pertenecen a partidos políticos, y ostentan posiciones de liderazgo territorial, incluyendo ambientalistas y feministas.
La elección es el más reciente hito de un proceso constituyente gatillado por un ciclo de protestas sociales iniciado en octubre de 2019, que forzó el acuerdo de diversas fuerzas políticas para impulsar una salida institucional y democrática a la crisis. El proceso consideraba un plebiscito inicial para decir si la actual constitución debía ser reemplazada, en el cual 78% de los votantes optaron por redactar una nueva constitución a través de un órgano 100% electo. La Convención tendrá 9 meses para trabajar, con la posibilidad de extender dicho plazo hasta 12 meses, tras lo cual se realizará un plebiscito ratificatorio para aprobar o rechazar definitivamente el nuevo texto constitucional.
El proceso constituyente ha sido recibido con gran optimismo de parte de la ciudadanía chilena y muchos esperaban que la posibilidad de cambiar la constitución impulsaría los niveles de participación electoral. Sin embargo, leve aumento alcanzado en el plebiscito de octubre no se sostuvo en la última elección, disminuyendo la participación desde el 51% al 43%.
La elección cambio la correlación de fuerzas políticas en el país. Cambios introducidos en el mecanismo de elección no solamente aseguraron la paridad de género y la presencia de personas indígenas, también posibilitaron la elección de una mayoría de representantes independientes. La coalición de gobierno, de centro derecha obtuvo 37 de los 155 escaños, la centro izquierda 25, la izquierda 28, mientras que los restantes 65 correspondieron a independientes. Más del 40% de quienes fueron electos en listas de partidos políticos, tampoco son militantes de esos partidos.
Las mujeres fueron protagonistas del proceso ocupando el 51% de todas las candidaturas. El mecanismo de paridad de género requería que en cada distrito las listas de candidaturas estuvieran encabezadas por una mujer, con hombres y mujeres alternando y en igual número. La asignación de escaños aseguró además que el resultado final mantuviera el equilibrio de género reasignando asientos en casos de desequilibrio en la paridad del distrito. Finalmente, las mujeres obtuvieron tan alta votación, que la paridad terminó favoreciendo a 11 candidatos hombres y solo a 5 mujeres.
Pero el éxito de las mujeres no se redujo solamente a la elección de integrantes de la Convención Constitucional. Incluso sin cuotas de género u otros mecanismos de paridad, las mujeres tuvieron buenos resultados en las otras elecciones que tuvieron lugar el mismo día. Las mujeres representaban una minoría en el número de candidaturas para gobernadores/as regionales (16%), alcaldes/as (23%) e integrantes del Concejo Municipal (39%). Aún así, lograron importantes victorias electorales, aumentando su representación a nivel local.
Pese a las buenas noticias en términos de inclusión de grupos históricamente marginados de espacios de decisión, la participación sigue preocupantemente baja. El resultado vuelve a dejar en evidencia que la democracia chilena enfrenta desafíos estructurales y de larga data que requieren de un abordaje sistémico. El reciente informe de PNUD Chile Diez Años de Auditoría a la Democracia. Antes del Estallido, señala que ciudadanos calificados como “demócratas escépticos” aumentaron del 25% al 43% entre 2008 y 2018. Esto refiere a personas que muestran apoyo normativo a la democracia pero no confían en ninguna de sus instituciones centrales. Este es uno de los factores que han llevado la participación a niveles inferiores al promedio mundial de 64%, con menores niveles entre personas pobres de zonas urbanas y jóvenes.
La elección de la Convención Constitucional marca un momento crucial para la democracia representativa en Chile. Este órgano ampliamente inclusivo deberá redactar una nueva constitución en un tenso contexto económico y social. Ha recibido el mandato de revisar simultáneamente el rol del Estado y sus instituciones en la provisión de garantías sociales y la sostenibilidad ambiental, la estructura política del país y la distribución del poder, la garantía de derechos económicos, sociales y culturales, la relación y lugar de los pueblos originarios en un estado multiétnico, además de responder a una ambiciosa agenda de igualdad de género. Debe hacerlo en poco tiempo con altos niveles de transparencia y promoviendo el involucramiento de la ciudadanía en el proceso si quiere mantener su legitimidad y apoyo. El éxito del proceso descansa no solo en la habilidad de redactar una texto que sea ratificado finalmente por la ciudadanía, sino también en la posibilidad de mantenerse como un órgano que es percibido por la mayoría de la ciudadanía como representativo y capaz de favorecer un nuevo contrato social del cual todas las personas puedan sentirse parte.