Era noviembre de 2017 y había pasado otro día ajetreado y agitado trabajando en una de las crisis humanitarias más graves del mundo como Coordinadora del Programa de Recuperación Temprana del PNUD en el noreste de Nigeria. Acababa de regresar al Campo Base Humanitario en Maiduguri cuando recibí la llamada para preguntarme si estaría interesada en un puesto en el Caribe apoyando la respuesta al Huracán Irma. Mi respuesta inmediata fue no, ahora no. Porque estaba preparando el lanzamiento simultáneo de cuatro proyectos grandes de recuperación a largo plazo. Pero tras un poco de insistencia decidí compartir un CV actualizado. Dos meses después, llegué a la acogedora Antigua (la mayor de las dos islas hermanas de Antigua y Barbuda) en una tarde soleada y luminosa en enero de 2018.
Dos días después de empezar mi nuevo trabajo, comencé a entender el hecho de que la importancia de cualquier respuesta a una crisis radica en una combinación de factores, que incluyen, entre otros, el tamaño de la población necesitada. La complejidad de la respuesta es un factor clave en estos aspectos. Y pronto aprecié el hecho de que lo que Antigua y Barbuda carece de población lo compensa con complejidad.
La respuesta al huracán exigió el establecimiento de una presencia permanente del PNUD en Antigua y Barbuda, con el apoyo continuo de la oficina subregional en Barbados y la Organización de Estados del Caribe Oriental. Como resultado, el equipo pionero del PNUD, que lideré en los primeros seis meses, estaba compuesto por 12 personas, la mitad de las cuales eran nacionales de Antigua y Barbuda. Con el proyecto de firma respaldado por China de 2 millones de dólares que el PNUD dirigió junto con el Gobierno, este equipo tan comprometido de hombres y mujeres se mantuvo concentrado a pesar del flujo interminable de dificultades que encontramos, especialmente en las etapas iniciales.
El momento más gratificante fue exactamente seis meses después de mi nombramiento cuando la Oficina de Proyecto reunió a una sección representativa de partes interesadas nacionales para revisar algunas de las lecciones aprendidas del proyecto piloto de techado en preparación para el lanzamiento de proyectos de recuperación a más largo plazo en Barbuda. Durante la reunión de un día con contratistas locales que ayudaron a reparar los techos dañados, cada contratista expresó inequívocamente su voluntad de continuar trabajando con el PNUD al afirmar que el PNUD es un socio probado y confiable para el desarrollo sostenible del Pequeño. Estado Insular en Desarrollo de Antigua y Barbuda.
Actualmente, me siento más optimista con respecto a mi cita, ya que espero trabajar con socios locales que entiendan cuán diferente es el PNUD de otras “empresas” u “ONG”; y juntos podemos abordar la ardua tarea de asegurar la recuperación sostenible a largo plazo y la capacidad de recuperación de estas Islas encantadoras y propensas a los desastres.