El regreso a Chile del Informe sobre Desarrollo Humano

Más de 300 menciones en medios de comunicación y 70 editoriales y columnas de opinión, son el resultado de la presentación, hace algunas semanas, del Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2024: “Por qué nos cuesta cambiar: Conducir los cambios para un Desarrollo Humano Sostenible”.

10 de Septiembre de 2024
Un grupo de personas posando para la cámara

El presidente de la República Gabriel Boric junto al equipo del Informe sobre Desarrollo Humano y Georgiana Braga-Orillard (Representante Residente del PNUD).

Se trata de una nueva versión del producto insignia del trabajo que realiza la Oficina País en Chile, a casi 10 años desde el último Informe de 2015. Con base en la metodología tradicional del PNUD, mezclado a una mirada sociológica con foco en la subjetividad, es decir, en las experiencias, temores, emociones, sueños de las personas, trasciende a los temas de la contingencia y estimula el debate público en torno a los desafíos que enfrenta Chile en su camino al desarrollo.

El Informe fue recibido con una positiva ola de reflexiones, comentarios, análisis de los más diversos sectores, tanto de la academia como del sector político. Las reflexiones empezaron por el mismo Presidente Gabriel Boric en la ceremonia de lanzamiento donde, quebrando el protocolo y sorprendiendo a su equipo, pone de lado su discurso y pide a la moderadora y destacada periodista Paula Escobar improvisar una franca conversación. 

El éxito del IDH 2024 se debe, en mi opinión, tanto a su contenido cuanto a su proceso de construcción. Heredero de una manera de hacer investigación social, con un procedimiento riguroso y multi-método, que ha producido información primaria, tanto cualitativa como cuantitativa, se ha nutrido de numerosas fuentes de información secundaria y literatura especializada, e incluye una innovadora encuesta de élites y una serie histórica de hasta 30 años de datos en el caso de algunos indicadores. 

También contó con el aporte de un Consejo Consultivo plural de alto nivel, donde hemos buscado tanto una paridad de género como un equilibrio de sectores políticos y representatividad territorial, así como de pueblos indígenas. El objetivo fue tener una diversidad de pensamiento que reflejara la complejidad de la sociedad chilena. También contamos con el apoyo invaluable de expertos y expertas ampliamente reconocidos en Chile. 

El Informe de 2024 es especialmente significativo porque surge después de un período de transformación profunda y desafíos sin precedentes. Es el primero desde el estallido social de 2019 y la pandemia de COVID-19, eventos que han impactado el bienestar y la cohesión social del país. Y es también el primer Informe que publica el PNUD Chile después de los dos intentos de cambio constitucional. 

Al igual que los anteriores, el Informe actual se ha planteado el desafío de explicar una situación paradójica: Chile exhibe logros realmente destacables en desarrollo humano: la reducción de la pobreza, el aumento de la esperanza de vida y la infraestructura de transporte renovada, son ejemplos muy destacables. La paradoja es que, al mismo tiempo, el país está experimentando profundas dificultades para cambiar. Los sucesivos intentos por reformar el sistema de pensiones, para resolver los problemas en el área de la salud y los reiterados procesos constituyentes, dan cuenta de ello. 

El Informe sostiene que la dificultad para cambiar reside en un entramado complejo de factores. Está dada por un predominio de relaciones disfuncionales entre ciudadanía, elites y movimientos sociales, en las subjetividades, en el funcionamiento de las instituciones y en la naturaleza del debate público.

A pesar de las dificultades —y el IDH detalla muchas de ellas—, también se plantea que hay elementos suficientes para superarlas. Una de estas oportunidades es el deseo de cambios. Las personas sí quieren cambios: 88% de los y las ciudadanas afirman querer cambios. 67% quieren que las cosas sean de otro modo, ni como eran antes, ni como son ahora. Después de dos rechazos a los proyectos constitucionales, ese mensaje en Chile no parecía evidente, pero se presenta muy claramente en la encuesta y los grupos focales. 

Además, las personas prefieren cambios profundos más que superficiales. Y, también después de los procesos constitucionales, la ciudadanía ha aprendido a valorar la gradualidad y la paciencia en los procesos de cambio. La ciudadanía tiene una visión pragmática y diversa, claramente diferente de la visón dicotómica de las élites:  tiene aspiraciones que son una mezcla de seguridad, derechos sociales y crecimiento económico, sin encajar en agendas unidimensionales de cambio. 

Otra oportunidad es la continua adhesión a la democracia y la disposición favorable a la representación, junto con una revalorización de los proyectos colectivos. También, la alta intolerancia hacia las desigualdades, especialmente la desigualdad de género, ofrece un horizonte normativo para buscar arreglos sociales más justos e inclusivos.

Esa visión es un espacio fértil para tejer puentes, acercar proyectos de futuro e involucrar a las personas. El informe empezó justamente ese movimiento. Plantear las preguntas necesarias para la construcción de un futuro común.