El turismo, como pocos sectores, se basa en la interacción entre personas y su traslado de un lugar a otro. Con más de mil millones de personas que cruzan fronteras de forma voluntaria cada año, el turismo puede considerarse el fenómeno migratorio deliberado más grande del planeta. Es también un sector con un profundo y variado impacto en las sociedades, el medio ambiente y la economía.

Las situaciones de crisis, como la que enfrenta el mundo por la pandemia de la COVID-19, podrían implicar una baja de hasta un 25% de esta actividad económica (WTTC,2020[1]), sector que hoy representa, a nivel mundial, el 10% del PIB, 1 de cada 11 empleos formales y el 7% de todas las exportaciones (OMT y PNUD, 2018[2]). Además, los descensos ya registrados durante el 2020 hablan de una caída global de turistas internacionales entre el 58% y el 78%, poniendo en riesgo alrededor de 100 millones de empleos directos relacionados con el turismo[3].

De acuerdo con datos del INEGI, la Secretaría de Turismo de México ha informado que, durante la primera mitad del 2020, los ingresos de turistas internacionales se redujeron en 41.2 %, comparado con el mismo periodo de 2019.  El ingreso de divisas también sufrió un descenso de 51.5 % menos, alcanzando cinco mil 786 millones de dólares, lo que desde el punto de vista del contexto económico nacional ciertamente contribuyó al descenso del 10.5% del PIB registrado en 2020 comparado contra el 2019 [4].

Por otro lado, esta crisis puede convertirse en una oportunidad para entender la importancia de establecer salvaguardas e incentivar las inversiones necesarias, tanto para dar respuesta en el corto plazo, como para asegurar una recuperación resiliente de las personas, las comunidades y los ecosistemas.   

Turismo, motor de desarrollo en México

En México, el turismo representa el 8.7 % del PIB nacional y, tan sólo en el periodo octubre-diciembre de 2019, representó el 8.9% del empleo nacional (INEGI, 2019) [5], esto es, 4 millones 438 mil empleos directos.

La actual emergencia sanitaria en el país afectará particularmente a las pequeñas y medianas empresas (PyMEs), y con repercusión en millones de medios de vida. Esto incluye a las comunidades y empresas sociales que son las más vulnerables de la cadena, ya que dependen de forma desproporcionada de la afluencia turística para su desarrollo e inclusión económica.

En términos de desarrollo, la vulnerabilidad no es sinónimo de pobreza. La palabra significa estar indefenso y/o tener inseguridad al estar expuesto a los shocks y estrés. En este caso, las personas más vulnerables son las y los prestadores de servicios en los destinos: conductores de taxis, vendedores de artesanías, agricultores, guías turísticos, esto es, las mujeres y los hombres de las comunidades locales cuyos ingresos diarios dependen de las interacciones de los visitantes.

Turismo sostenible y la Agenda 2030

En este sentido, la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y sus 17 objetivos, se presentan como una guía para transformar el sector turismo post COVID-19. Lo anterior, no sólo por su naturaleza transversal y el impacto social, sino por su posición única para ayudar a las economías y comunidades afectadas a regresar al crecimiento y a la estabilidad, siempre y cuando existan las políticas adecuadas para lograrlo.

Explícitamente, el turismo tiene metas que cumplir en tres de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En el ODS 8 “Trabajo decente y crecimiento económico”, la meta 8.9 establece la necesidad de elaborar y poner en práctica políticas encaminadas a promover un turismo sostenible, que permita generar puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales. Estas acciones también se reflejan en el ODS 12“Consumo y Producción Responsable”, para la puesta en práctica de instrumentos que permitan seguir de cerca los efectos en el desarrollo sostenible con miras a lograr un turismo sostenible, y, también, la gestión sostenible del sector está considerada en la meta 14.7 del ODS14 “Vida submarina”.

En otras palabras, el turismo puede fomentar el desarrollo sostenible de los destinos y ampliar los beneficios sociales y económicos de las comunidades receptoras, pero únicamente si se planea desde una perspectiva que incluya consideraciones ambientales y sociales. También, debido a la multiplicidad de vínculos con otros sectores e industrias a lo largo de su amplia cadena de valor, es innegable su posición para acelerar el progreso hacia los 17 ODS. 

Priorizar el turismo en la recuperación post COVID-19

En las últimas semanas, la actividad turística en México ha comenzado su apertura paulatina. Para lograr una “nueva normalidad” que beneficie a todas y todos será indispensable considerar con agilidad las lecciones aprendidas de los países que vayan sobrepasando la crisis y activar las redes de intercambio de información internacional en el sector turístico.

Para la recuperación, la OMT recomienda medidas para mantener un apoyo financiero y político en los países más afectados; así como acciones e incentivos que deben planificarse e implementarse en coordinación con gobiernos, organizaciones internacionales de desarrollo y donantes. Esto es, activar la solidaridad social y pensar en el bien común implica responder con medidas económicas concretas para no dejar a nadie atrás.

Ante este momento de crisis, es fundamental comprometernos a seguir invirtiendo en el sector turismo de una forma social y ambientalmente amigable, para mantener la aspiración de alcanzar el futuro que todas y todos queremos, un futuro sin desigualdades y con bienestar económico, social y ambiental.

[1] https://www.lavanguardia.com/economia/20200313/474108133285/turismo-impacto-coronavirus-crisis.html

[2]https://www.undp.org/content/dam/undp/library/Sustainable%20Development/UNWTO_UNDP_Tourism%20and%20the%20SDGs.pdf

[3] UNWTO, 2020

[4] https://www.gob.mx/sectur/prensa/resultados-turisticos-del-primer-semestre-de-2020?idiom=es

[5] Disponible en: https://www.datatur.sectur.gob.mx/SitePages/ResultadosITET.aspx