“La COVID-19 es una tragedia humana, pero también ha creado una oportunidad única en esta generación, una oportunidad para reconstruir un mundo más igualitario y sostenible”
António Guterres, Secretario General de la ONU, 18 de julio de 2020
¿Qué se necesita para ser un héroe o heroína de la vida real? Pasión por el trabajo y compromiso con los principios humanitarios: humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia.
¿Qué significa esto? Que el objetivo es proteger la vida, la salud y garantizar el respeto de los seres humanos; no tomar partido en hostilidades o controversias políticas, raciales, religiosas o ideológicas; ser imparcial y priorizar los casos más urgentes sin hacer distinciones por nacionalidad, raza, sexo, creencias religiosas, clase u opinión política; y mantener independencia operativa de objetivos políticos, económicos, militares o de otro tipo.
Las y los trabajadores humanitarios son héroes y heroínas de la vida real que trabajan en condiciones extremas para proteger y salvar vidas, muchas veces a costa de la suya. En el área humanitaria, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lidera la recuperación temprana post-desastres, con una visión integral de preparación, respuesta y recuperación.
Bolivia estaba empezando el proceso de recuperación post incendios en la Chiquitanía cuando surgió la pandemia por COVID-19, “…un desastre biológico con efectos cascada a todo nivel…”[1] que “…ha sacudido economías, políticas, gobernanzas, comercio, infraestructura y puesto en evidencia la fragilidad de nuestras interconexiones...[2]”, además de profundizar las vulnerabilidades y desigualdades preexistentes. Como se ha visto en la región, a pesar de haberse tomado medidas urgentes, esta crisis económica y social podría transformarse en una crisis alimentaria, humanitaria y política.[3]
La respuesta del PNUD ante la pandemia [4] [5] apoya al sistema de salud con la compra de equipos médicos y de laboratorio para fortalecer la capacidad nacional de diagnóstico y equipos de protección para el personal de salud.
Además, el PNUD lidera técnicamente la evaluación del impacto socioeconómico por COVID-19 en Bolivia a nivel de ingresos, empleo y consumo en los hogares y en las Micro, Medianas y Pequeñas Empresas (MIPyMEs). Con estas evaluaciones se espera tener un análisis útil para gestionar intersectorialmente el diseño de políticas públicas focalizadas y de soluciones sostenibles, resilientes y basadas en derechos.
En cuanto a preparación, el Proyecto de Primera Respuesta del PNUD contribuyó a la preparación de los Equipos de Primera Respuesta del país, capacitándolos para coordinar su trabajo bajo el Sistema de Comando de Incidentes.
Esta estructura se puso a prueba cuando la tendencia histórica de eventos, que generaron daños significativos y pérdidas en Bolivia, cambió drásticamente de inundaciones, heladas, granizadas y sequías[6] a incendios forestales de sexta generación o “mega-incendios”.
En 2019, los incendios afectaron más de cinco millones de hectáreas, 1,7 de ellas en áreas protegidas, y causaron pérdidas en la biodiversidad y ecosistemas forestales, contaminaron las fuentes de agua, degradaron la calidad de los suelos, afectaron los medios de vida de las comunidades locales y alteraron los ciclos de precipitación. Los Equipos de Primera Respuesta extremaron esfuerzos por casi cuatro meses para extinguir las llamas en los municipios y comunidades afectadas.
Los mega- incendios, como otros eventos climáticos extremos precipitados por el cambio climático, plantean nuevos desafíos para la vida humana, la salud y la economía; además requieren soluciones innovadoras surgidas de las propias comunidades para restaurar las funciones ambientales, articulándose con los planes de recuperación gubernamentales. Estas soluciones surgieron como Laboratorios de Recuperación Temprana para recolección de semillas forestales, cosecha de agua y agricultura biointensiva, prácticas alternativas agropecuarias al uso del fuego, y recuperación de polinizadores nativos. Estos laboratorios, promovidos desde el PNUD, fueron seleccionados como buena práctica a nivel regional[7].
Estos dos eventos extremos donde héroes y heroínas de la vida real tienen un rol fundamental nos demuestran que los riesgos están aumentando: “…las amenazas son menos predecibles, el grado de exposición se está incrementando y la vulnerabilidad se está agravando...”[8]. Tanto la pandemia como los incendios forestales nos recuerdan con dureza que la gestión integral de riesgos es un elemento esencial para el desarrollo y que el análisis de amenazas a nivel territorial debe incluir aquellas no consideradas previamente como las biológicas (COVID-19[9]) y las antropogénicas (incendios producidos por intervención humana). Pero también representan una oportunidad para reforzar el nexo humanitario-desarrollo y lograr la recuperación socioeconómica de mediano y largo plazo con un efecto cascada.
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[1] Mizutori, 2020. Lecciones de la pandemia para la cooperación internacional. Mami Mizutori, Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres.
[2] UNDRR, 2020. COVID-19: Un contexto de riesgos. Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) Oficina Regional para las Américas y el Caribe, 2020.
[3] CEPAL-OPS, 2020. COVID-19 Informe: Salud y economía: una convergencia necesaria para enfrentar el COVID-19 y retomar la senda hacia el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe.
[4] PNUD, 2020. Respuesta integrada frente a la COVID-19. Nuestro enfoque integrado: preparación, respuesta y recuperación. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2020.
[5] PNUD, 2020. Más allá de la recuperación: con miras a 2030. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2020.
[6] VIDECI, 2018. Informe anual 2017 Reduciendo la vulnerabilidad del país, Viceministerio de Defensa Civil.
[7] PNUD, 2020. Compendio de buenas prácticas de recuperación post desastre en la Región de Latinoamérica y El Caribe, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2020.
[8] GAR, 2019. Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (GAR por sus siglas en inglés), 2019.
[9] UNITED NATIONS, 2020. Hazard definition & classification review technical report. United Nations Office for Disaster Risk Reduction (UNDRR), 2020.