La conmemoración del Día de los Padres lleva a reflexionar sobre cómo estos asumen sus responsabilidades en la crianza y el impacto que tiene en la vida de las madres y sus hijos/as en un contexto de embarazos en adolescentes. La paternidad responsable implica un involucramiento activo de los padres no solo en la provisión de recursos económicos sino también en la crianza y la vida cotidiana de sus hijos/as.
La corresponsabilidad del cuidado es un paso fundamental para lograr una sociedad más justa tal como lo expresa la meta 5.4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que busca la igualdad de género[1]. La vinculación en la crianza y la distribución equitativa de las tareas de cuidado de los padres y madres, no solo propicia un buen desarrollo biológico y psicosocial de sus hijos/as, sino también impacta en el acceso a oportunidades de desarrollo de todo el hogar. Cuando las responsabilidades son compartidas, se abren posibilidades para realizar otras acciones que aumenten el bienestar: desarrollo de capacidades, actividades remuneradas y de recreación.
Históricamente, los estereotipos y roles de género establecidos por la sociedad han asignado a los hombres una paternidad “responsable” casi exclusivamente relacionada con el cumplimiento del rol de proveedor. En el marco de la problemática del embarazo adolescente en RD, que ocurre con mayor frecuencia en hogares pobres, fomentar una paternidad responsable es clave para el desarrollo humano.
El último informe de Desarrollo Humano del PNUD RD 2017 evidenció que, aun cuando el padre no convive con la pareja, el 73% realiza un aporte económico voluntariamente. Pero, si bien la provisión económica es fundamental para cubrir necesidades básicas de los seres humanos, no es suficiente. Según declaraciones de madres adolescentes, menos del 40% de sus parejas contribuye con las tareas del hogar, o cuida a los/as niños/as mientras la mujer trabaja, o ayuda con responsabilidades escolares. A esto se suma el hecho de que algunos padres no siempre reconocen la paternidad.[2]
Estos comportamientos reproducen roles tradicionales de género y limitan la creación de capacidades y acceso a oportunidades de desarrollo humano de las madres adolescentes o de otras mujeres en su entorno, relegándoles los temas de cuido. Según este informe, el 36% de madres adolescentes desertó la escuela por embarazo o por tener que cuidar a los niños/as, mientras que un 60% de ellas se dedicaba a quehaceres del hogar.
Cuando no existe una corresponsabilidad en el cuidado se tiende a cargar más a una de las partes, a costa del bienestar propio, y limitando su desarrollo humano.[3] En el caso de madres adolescentes, la baja escolaridad y el trabajo no remunerado o precario, afecta las posibilidades de generación de ingresos propios y de acceso a la seguridad social, impactando a su vez el bienestar del hogar.
Una paternidad responsable propicia el camino hacia una sociedad más inclusiva. Para esto es necesario la implementación de políticas que promuevan una transformación cultural a favor de corresponsabilidad del cuidado y la conciliación entre el trabajo y la familia, acompañado de marcos legales que garanticen permisos de paternidad por nacimiento y por enfermedad, el reconocimiento legal obligatorio de hijos/as.
[1] El ODS 5 que busca la igualdad de género, tiene como una de sus metas el reconocer y valorar los cuidados y el trabajo doméstico no remunerado, mediante la provisión de servicios públicos y políticas de protección social, y promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar y la familia.
[2] Uno de cada cuatro casos de ruptura en la pareja de madres adolescentes ocurrió porque el padre no reconoció la paternidad.
[3] PNUD-Panamá (2017). “El bienestar cuidado: Una responsabilidad que debe ser compartida