Las mujeres representan, en cifras redondas, el 50% de la población mundial. En Panamá las mujeres y niñas representan el 49,77% de la población, según el censo de 2010. Para lograr las metas de desarrollo sostenible, las mujeres deben tener iguales derechos y oportunidades que los hombres. Esta demanda de incluir, visibilizar y dar voz a la mitad de la población fue reconocida por los Estados miembros de la Naciones Unidas, con la adopción en 2015 de la Agenda para el Desarrollo Sostenible.
La también conocida como Agenda 2030 recoge específicamente en el objetivo 5 la igualdad de género: “eliminar toda forma de discriminación contra las mujeres y niñas”. Más allá, la Agenda 2030 incluye submetas en cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que a su vez cuentan con indicadores relevantes para verificar cómo se avanza en alcanzar estos objetivos.
Específicamente para el ODS 5, un indicador clave identificado es la proporción de mujeres propietarias de tierras agrícolas, con títulos de derechos sobre tierras agrícolas desglosado por tipo de tenencia.
Y en el ODS 13 sobre cambio climático se priorizó contar el número de países menos avanzados e insulares que aumentan la capacidad de planificar y gestionar eficazmente acciones climáticas centradas en las mujeres, por ejemplo. (La lista completa de indicadores puede obtenerse del Informe del Grupo Interinstitucional y de Expertos sobre los Indicadores de los ODS).
Hay una clara interdependencia entre las comunidades, especialmente las rurales, la economía y el ambiente. La tradicional división sexual del trabajo y los roles de género prescriben para las mujeres las tareas de cuidado y domésticas, así como la obtención y la administración de los recursos naturales. Esto hace que la interdependencia sea más crítica para las mujeres por su relación directa y por la dependencia de los recursos naturales para alimentar a la familia, para tener acceso a agua apta para consumo humano, para el sustento económico y para obtener energía.
Las mujeres también son más vulnerables ante los efectos del cambio climático, ya que dedican más tiempo y energía en actividades relacionadas con su medio ambiente.
Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa de las Naciones Unidas para Medio Ambiente (ONU AMBIENTE) se han identificado 4 grandes áreas que vinculan el medio ambiente y la pobreza, incluyendo a las mujeres y las niñas: dependencia directa de los recursos naturales, vulnerabilidad ante choques climáticos como inundaciones y derrumbes, efectos en la salud por el uso indiscriminado de agroquímicos, sustancias agotadoras de la capa de ozono o la mala disposición de los desechos.
Otra área identificada es la relación entre pobreza y producción y consumo de bienes y servicios. Generar valor añadido en todas las etapas de la cadena de valor es una manera de promover empleos e ingresos en las comunidades al tiempo que se transita hacia modelos de desarrollo sostenibles.
Estudios globales dan cuenta de que el 70% de las decisiones de consumo son tomadas por las mujeres (cifras muy interesantes en Girlpowermarketing). Sin embargo, en la toma de decisiones en general, las mujeres no logran espacios de poder en igualdad con los hombres. Esto aplica en los temas de cambio climático y biodiversidad. Las mujeres deben participar en los procesos de toma de decisiones sobre el acceso, uso y control de los recursos naturales, así como en el reparto equitativo de los beneficios resultantes; de lo contrario, no se alcanzarán los ODS.
La construcción de las soluciones locales debe hacerse con las mujeres. Las políticas públicas ambientales para la conservación de la biodiversidad y las acciones climáticas, entre otras, deben incorporar la equidad de género, incluyendo acceso a capacitaciones, formación, acceso a herramientas o mecanismos para emprendimientos. Y los casos de éxito, así como las lecciones aprendidas, deben ser visibilizados. Se debe asimismo exponer y divulgar cómo se avanza en la gestión integrada del medio ambiente de forma efectiva cuando se hace con y para las mujeres y niñas.
Los desafíos asociados con el cambio climático y la conservación de la biodiversidad exigen mujeres empoderadas en todos los aspectos: social, política y económicamente, y nuevos liderazgos tanto de mujeres como de hombres que reconozcan que avanzar hacia la igualdad constituye siempre una situación “en la que todos ganan”, una win-win situation.
Hay evidencia de que el género importa, también en las cuestiones ambientales. Avanzar en igualdad y equidad entre mujeres y hombres es fundamental para cumplir con el compromiso de no dejar a nadie atrás y enfrentar con éxito los desafíos del cambio climático y ambientales. Y sabemos que avanzaremos más y llegaremos más lejos articulando e integrando temas ambientales con políticas de protección social y de cuidados, y viceversa.
Texto original publicado en AMBIENTE & RESPONSABILIDAD Magazine