Considerar la inclusión de las personas con discapacidad para lograr los ODS
4 de Julio de 2023
Nos encontramos a mitad de camino de la fecha marcada para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que se propusieron como una agenda ambiciosa para transformar nuestro mundo. Siempre hemos sabido que los ODS no se pueden realizar sin la inclusión de las personas con discapacidad. Desde la pobreza hasta la desigualdad, pasando por temas climáticos y de salud, la promesa de no dejar a nadie atrás es el fundamento del llamado a la acción de los ODS.
Sin embargo, los indicadores que hallamos en este medio término deberían ser una señal de alerta. El Secretario General de las Naciones Unidas anunció recientemente que el progreso es débil e insuficiente, y que nos hemos estancado o retrocedido en más del 30 % de esta agenda.
¿Y qué puede decirnos esta falta de progreso en los ODS sobre la inclusión de la discapacidad? Por desgracia, muy poco. Si bien los ODS incluyen a las personas con discapacidad, esto no se refleja completamente en el seguimiento. Solo siete de las 169 metas abordan específicamente la inclusión de la discapacidad y solo 10 de sus 231 indicadores requieren explícitamente el desglose de los datos sobre este tema.
No obstante, aún sin tener datos específicos de los ODS, el alcance del progreso debe cuestionarse cuando vemos que, en 2023, los 1.300 millones de personas en todo el mundo que experimentan una discapacidad significativa aún tienen que hacer frente a una sin fin de barreras para su inclusión.
Algo indudable es que es necesario revitalizar las acciones específicas para avanzar en la inclusión de las personas con discapacidad. También es importante recordar que vivimos tiempos sin precedentes: la COVID-19, la mayor crisis del costo de vida que esta generación ha experimentado jamás, el cambio climático, el aumento de los conflictos... todo ello está ejerciendo presión sobre las comunidades de todo el mundo a una ferocidad y velocidad que rara vez hemos visto antes. Y aunque todas las personas pueden verse afectadas por estas crisis interconectadas, lo cierto es que no se ven afectadas por igual. Las personas más vulnerables siempre llevan la mayor carga. Y en este contexto, las personas con discapacidad se han visto afectadas de manera desproporcionada por los acontecimientos de los últimos años.
No obstante, a pesar de estos desafíos, a nivel mundial, la inclusión de las personas con discapacidad ha ganado un mayor impulso. Incluso en los escenarios de crisis más desafiantes, como la guerra en Ucrania, hemos visto que las primeras evaluaciones, como la realizada por el PNUD -analizando cómo mejorar la accesibilidad de la información y las notificaciones en las crisis, así como las dificultades específicas de las personas con discapacidad durante las evacuaciones-, han reunido a personas con discapacidad, la sociedad civil y socios gubernamentales para ayudar a generar cambios. Estos esfuerzos conjuntos también reconocen la importancia de no solo tomar en cuenta las necesidades de las personas con discapacidad como receptores de ayuda, sino también su participación como actores clave en la planificación de la respuesta humanitaria.
También se está afianzando una mayor comprensión de la interseccionalidad y el reconocimiento de los múltiples factores que afectan las experiencias de las personas, y es impresionante ver hasta qué punto las organizaciones de personas con discapacidad están impulsando este cambio.
Es hora de que los compromisos políticos nacionales y mundiales se pongan al día. A nivel global, el monitoreo de los ODS debe incluir una mayor participación de las organizaciones de personas con discapacidad, y esto debe ir acompañado de inversiones para estos grupos para garantizar que los programas de desarrollo de habilidades en torno a los ODS puedan ampliarse. Sin ello, las comunidades de personas con discapacidad y los grupos subrepresentados seguirán encontrando dificultades para participar en los planes nacionales de los ODS.
La recopilación de datos de ODS específicos en cuanto a la discapacidad también es una prioridad. Este colectivo a menudo se ve excluido de participar en los procesos de recopilación de información, lo que lleva a una subrepresentación de sus perspectivas. Los mecanismos de recopilación de datos diseñados por y con personas con discapacidad, así como sus respectivas organizaciones, incluidas referencias desglosadas sobre tipos de discapacidad, edad y género, son vitales pero actualmente no existen.
Desde un prisma nacional, debemos acelerar la implementación de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que tiene como objetivo promover, proteger y garantizar los derechos humanos de estas personas. Se ha logrado un progreso significativo desde 2008, cuando la convención entró en vigor, pero se debe hacer más para desarrollar políticas y marcos legislativos en estrecha consulta con las personas con discapacidad y sus respectivas organizaciones, y combinar esto con una fuerte voluntad política y los recursos necesarios. El PNUD y la International Disability Alliance (IDA) están trabajando junto con socios a nivel global para avanzar en estas metas, reconociendo que es un requisito previo para lograr los ODS.
Pero aún queda mucho por hacer. Realmente no podemos realizar avances cuando, en gran parte del mundo, las personas con discapacidad aún no pueden participar de manera equitativa y significativa en el contexto que les rodea; cuando no se les escucha ni se les tiene en cuenta en los programas diseñados para satisfacer sus necesidades; y cuando aún existen barreras sistémicas para su plena inclusión y participación en la sociedad.
Este año nos ofrece la oportunidad para reflexionar, para hacer un balance de lo que se ha logrado. Pero también, de manera crítica, para corregir el rumbo. Las personas con discapacidad se encuentran entre las más marginadas y excluidas del mundo. Subsanar este desatino es una de las formas en que podemos volver a encarrilar los ODS y lograr la Agenda 2030. Esta no es una tarea para un grupo o un país. Requiere cooperación general, voluntad política y, quizás lo más importante, una colaboración real con las personas con discapacidad y sus organizaciones representativas, reconociendo que son ellas quienes más pueden ganar o perder con el progreso que se está logrando.