Nota: Este blog forma parte de Lustig, N. & Tommasi, M. (2020). El COVID-19 y la protección social de los grupos pobres y vulnerables. UNDP. (Próximo a ser publicado)
La crisis del coronavirus está debilitando la economía global. Para enfrentar y superar esta crisis, varios gobiernos están implementando políticas de transferir dinero a hogares y a pequeñas y medianas empresas (PyMEs). Para hacer llegar este dinero a los hogares y empresas que lo necesiten, la inclusión financiera y el desarrollo de los sistemas de pagos son muy importantes.
Varios países en América Latina ya pagan sus programas sociales directamente a cuentas bancarias. Sin embargo, sólo pagar a una cuenta bancaria puede ser insuficiente, debido a que obligará a las familias a viajar al banco (que puede quedar lejos). Por ejemplo, en un estudio en México encontramos que aún en áreas urbanas, familias pobres que recibían beneficios del programa Progresa/Oportunidades/Prospera directamente en una cuenta bancaria tenían que viajar 5 kilómetros para acceder a sus ahorros, lo cual no sería sano ni seguro durante una pandemia y período de cuarentena y toques de queda. Una solución es proveer tarjetas de débito para que estas familias puedan acceder a su dinero en cualquier cajero automático o usarlas directamente para hacer compras en tiendas (o incluso para hacer compras en línea). De hecho, en otro estudio se muestra que en áreas en que el gobierno distribuyó tarjetas de débito, más comercios empezaron a adoptar tecnología financiera para aceptar pagos por tarjeta.
En resumen, gobiernos que ya pagan sus programas sociales directamente a cuentas bancarias ligadas a medios de pago como tarjetas de débito tienen una manera rápida y eficiente de transferir dinero a las familias más afectadas por la presente crisis. Otros gobiernos deben pensar si hay una manera de bancarizar rápidamente a familias no bancarizadas para facilitar la transferencia de dinero para enfrentar la crisis; por ejemplo, podrían ofrecer cuentas como la CuentaRUT en Chile: cuentas sin saldo mínimo ni comisiones que se abren fácilmente (y de preferencia con la posibilidad de abrirlas en línea).
La inclusión financiera también hace más fácil rastrear el impacto económico y financiero de COVID-19 y de las políticas para mitigar su efecto. Una gran amenaza a la recuperación económica es la rentabilidad y supervivencia de las PyMEs, las cuales emplean una gran parte de la fuerza laboral a nivel global. Muchas transacciones económicas—sobre todo las de las PyMEs—se registran a través de bancos (como, por ejemplo, depósitos o retiros de efectivo, pagos de nómina, ventas recibidas por tarjeta, créditos solicitados y otorgados). Por lo tanto, los datos bancarios constituyen la única fuente detallada de información en tiempo real y de alta frecuencia sobre las actividades económicas de las empresas durante la crisis. Entre mayor inclusión financiera en un país, mejor se puede rastrear el impacto de COVID-19 y las políticas para mitigar su efecto usando datos bancarios.
Estoy colaborando con instituciones en algunos países para establecer estos sistemas de rastreo usando datos bancarios; bancos y gobiernos interesados en colaborar en la iniciativa me deben contactar a sean.higgins@kellogg.northwestern.edu.