¿En qué medida la capacitación y el uso de métodos participativos puede aumentar la confianza en el gobierno local y la intención de aportar para bienes públicos?
Cuando jugando aprendemos el por qué de las cosas: cómo evaluamos el impacto de Tavarandu - Parte II
4 de Diciembre de 2023
Si te interesa la Parte I, la encontrarás aquí
Leé el Blog en Inglés aquí
También colaboró: Mateo Servent (1)
El Programa Tavarandu busca promover mejores capacidades para la participación ciudadana en gobiernos y comunidades locales. Lo hacemos porque nos apasiona la participación, pero también porque existe una relación interdependiente entre confianza de ciudadanos en sus instituciones y participación, y cuando mayor es esa confianza, mayor es la calidad de la democracia. Nuestra hipótesis es simple: si funcionarios y funcionarias municipales, capacitados en gobernanza participativa, facilitan espacios de participación ciudadana en sus comunidades, entonces se incrementará la confianza de los ciudadanos en las instituciones, y con ello, mejora la democracia y la posibilidad de desarrollo y bienestar.
Pero, ¿cómo medimos esa confianza? ¿Le preguntamos a cada ciudadano y ciudadana cuánto confía en su gobierno local? Es una opción, y en el pasado lo hemos hecho para medir confianza y capital social, pero hay una forma mucho más divertida de hacerlo: ¡jugando!
El Juego de Bienes Públicos: medición de la percepción de confianza en el gobierno local
El camino divertido viene del mundo de la teoría de juegos. A través de un Juego de Bienes Públicos, buscamos simular un escenario real en el que las personas participantes tienen que tomar decisiones que reflejan sus niveles de confianza y valoración de los bienes públicos. Así, podemos recoger la información que necesitamos para medir si la capacitación en métodos participativos a funcionarios municipales y su aplicación en grupos de adolescentes aumenta, o no, la confianza en los procesos de planificación municipal y en su gobierno local. Nuestra versión local del juego de bienes públicos se construye con billetes del tradicional juego El Banquero.
En la relación entre ciudadanía y gobierno, la confianza juega un papel crucial en la forma en que las personas interactúan y perciben las acciones gubernamentales. Investigaciones han encontrado que las normas sociales (la relevancia que se otorga a la reciprocidad y el altruismo), las afiliaciones grupales y las interacciones pasadas influyen en las decisiones y percepciones individuales, la formación y mantenimiento de la confianza.
En nuestra intervención, medimos la confianza a través del dinero que las personas participantes estarían dispuestas a invertir en bienes públicos administrados por el municipio. Hicimos la adaptación de un juego de inversión utilizado en estudios de economía con escenarios donde las y los ciudadanos "invierten" su confianza en acciones como pagar impuestos o aportar tiempo para bienes comunes, evaluando cómo las características del entorno y las políticas gubernamentales afectan la reciprocidad de la confianza. El juego confianza en bienes públicos nos ayudó a estudiar cómo los individuos toman decisiones en situaciones donde la cooperación puede beneficiar al colectivo, pero también presenta un dilema para el individuo entre actuar de manera egoísta, priorizando su interés individual; o de manera cooperativa, asumiendo un riesgo para un mayor bienestar individual y colectivo.
De acuerdo a varios estudios la confianza está sustentada en motivaciones y factores subyacentes, tales como la percepción de reciprocidad, la historia de interacciones previas y la percepción de justicia. Las personas son más propensas a confiar si perciben que existe la misma intención en la contraparte, si en ocasiones anteriores ya actuaron en forma similar y quedaron satisfechos, y si la causa sobre la que depositan su confianza les parece valiosa. Estos impulsores de la confianza a su vez están influenciados aspectos culturales, históricos y personales.
¿En qué consistió el juego?
Se trató de un juego de roles. Los voluntarios encargados de implementar el juego se presentaron como representantes del gobierno local. Explicaron que el Municipio de Natalio está elaborando su Plan de Desarrollo Sostenible Municipal de forma participativa y lanzó una modalidad donde todos los ciudadanos y ciudadanas puedan contribuir con ideas y aportes financieros en la construcción de obras de bien común y que las principales inversiones a ser realizadas fueron definidas luego de una serie de talleres participativos se habían definido las principales inversiones a ser realizadas.
Los estudiantes participantes asumieron en el juego el rol de ciudadanas y ciudadanos en el que fueron invitados a invertir su dinero en obras sociales y de infraestructura para el Municipio. Para esta simulación, recibieron el equivalente a 100.000 guaraníes en billetes del juego El Banquero. Cada participante podía decidir cuánto invertir. El dinero sería parte de una caja común que la Municipalidad invertiría en proyectos del Plan de Desarrollo Municipal seleccionados por los ciudadanos (plazas, muelles, escuelas, transporte público, sistema de agua potable). Se prometió a los participantes que al término de diez años la inversión se duplicaría, y los beneficios se repartirían equitativamente entre todos los participantes, independientemente de cuánto dinero hubieran aportado (Gráfico 1).
Los participantes podían deliberar entre ellos para definir cuánto les convenía invertir, pero la decisión de cada uno fue individual y anónima. Cada participante colocó su aporte en un sobre, se contabilizó el total y se simuló la construcción de las obras de desarrollo, según el monto total recaudado.
Los participantes recorrían una galería de fotos para disfrutar de los bienes comunes construidos con los aportes. Se simuló el paso de los diez años, se duplicó el monto del pozo común, y se retornó a los participantes en forma equitativa la división del aporte en el sobre donde aportaron originalmente. Para medir tanto el impacto como la diferencia entre los participantes que habían o no participado de la jornada de entrenamiento, se pidió a los participantes que respondieran en una tarjeta:
¿Cuánto invertiste?
¿Cuánto recibiste de retorno?
¿Estás satisfecho con el resultado de tu inversión?
¿Si volvieras a hacerlo, invertirías un monto mayor, igual o menor?
La dinámica cerró con una discusión plenaria con los participantes, mensajes clave sobre bienes públicos y la importancia de la confianza, la participación ciudadana y la cooperación. Los detalles de la jornada cívica en la que aplicamos el juego, facilitada por funcionarios municipales, se puede leer en este primer blog.
¿Qué aprendimos?
La actividad se desarrolló entre el 24 y 26 de octubre en el distrito de Natalio, en el Nordeste de Itapúa. Recogimos información de 12 cursos, y un total de 178 participantes (65 de la intervención y 112 del grupo control), de los cuatro colegios de Educación Media. Además participaron como voluntarios dos estudiantes de la Carrera de Ciencias de la Educación de la filial de la Universidad Nacional de Itapúa, y para el análisis de los datos un estudiante argentino de la Maestría en Ciencia Política en el CIDE (México).
¿La capacitación en herramientas de participación ciudadana aumenta la confianza hacia la inversión en bienes públicos planificados por el gobierno local? Según esta experiencia, efectivamente es así.
Encontramos una diferencia significativa a favor de la intervención de Tavarandu. Los estudiantes que participaron de la jornada cívica facilitada por funcionarios municipales, invirtieron más en promedio, que los que no participaron. La intervención logró incrementar en alrededor de +19% la inversión. El promedio de inversión en el grupo control fue de 59.598 guaraníes, y en el grupo intervención de 70.692 guaraníes, como se observa en el Gráfico 2. El tamaño del efecto, es decir el tamaño de la diferencia entre los dos grupos, fue relativamente pequeño, de 0.436, pero existente. Se debe considerar que la intervención sólo consistió en una jornada de entrenamiento, y que posiblemente podría haber aumentado su efecto con una mayor intensidad, y más jornadas de entrenamiento. Por otro lado, el monto promedio en ambos grupos está por encima del 50% de lo disponible, lo que nos señala que en general, ambos grupos ya tenían una base importante de niveles de confianza.
Identificamos una diferencia en la distribución de edades y sexo en los grupos aleatorizados de intervención y control, según se observa en los gráficos 2 y 3. Los participantes de la intervención eran en promedio más jóvenes y en ambos grupos había más proporción de mujeres.
Promoción de la participación ciudadana
De acuerdo a la evidencia recogida por parte de los participantes, el espacio de capacitación en métodos de participación ciudadana permitió que más adolescentes participen de espacios a los que habitualmente no son convocados. Por ejemplo, como producto de la planificación del Laboratorio Ciudadano se organizó una minga ciudadana para embellecer y reparar la plaza Los Pioneros, de Natalio.
De las 42 personas que participaron de la convocatoria, el 40% eran estudiantes y docentes que habían participado de las actividades previas de Tavarandu, y se sumaron cuando escucharon la invitación para ampliar su participación en actividades cívicas. Esto tiene implicancias enormes para la política pública: involucrar a adolescentes en procesos de participación ciudadana como el que experimentamos tal vez tenga el potencial de incrementar también sus niveles de participación en procesos posteriores, como por ejemplo, los procesos electorales. ¿Podemos pensar un programa de laboratorios ciudadanos para adolescentes a 1 o 2 años de su ingreso oficial al electorado habilitado? En las últimas elecciones generales de abril de 2023, la participación de los jóvenes de 18 a 24 años fue del 55%, por debajo del 61% de la población general. Considerando que la participación juvenil es uno de los principales desafíos electorales actuales, la aplicación de estrategias innovadoras de educación cívica suena a una apuesta interesante.
Nuestra pequeña intervención de construcción de confianza en la administración de bienes públicos nos permitió identificar el potencial que tienen el espacio de capacitación en tecnologías y metodologías cívicas, para aumentar la calidad de la democracia.
Si un proceso corto, pero intenso, logró estos resultados favorables, una política integrada de promoción de la participación desde la escuela, colegio y comunidad, puede representar saltos sumamente interesantes para la participación y la democracia. La teoría de juegos nos brinda interesantes aportes para ello.
Para conocer más sobre el Laboratorio Ciudadano Hechakuaa, les invitamos a descargar el toolkit que desarrollamos después de su primera edición.
Para saber más de todo el programa Tavarandu, les compartimos los siguientes enlaces:
(1) Mateo Servent colaboró con el experimento. Primeramente, elaboró un código de Python para aleatorizar los cursos y posteriormente contribuyó al análisis de los resultados obtenidos. También contribuyó con la redacción de este Blogpost. Servent es estudiante de tiempo completo en la Maestría en Ciencia Política en el CIDE
(CDMX). En su trayectoria ha realizado estancias académicas en la Freie Universität Berlin, Universidad de San Andrés y Universidad de Guadalajara. Además, fue asistente de investigación para proyectos en CONICET, la Universidad Nacional de Cordoba y la Agencia 1+D+i en Argentina.