Trabajando para proteger la vida en los océanos

Por Miguel Maldonado, coordinador de la Iniciativa Pesquerías Costeras en América Latina

7 de Junio de 2023

 

El océano es de todos y para todos, incluso para nosotras las personas.

El problema es que creemos que los océanos nos pertenecen sólo a nosotros y podemos servirnos de ellos sin pensar en sus verdaderos dueños, los seres vivos que los habitan desde siempre y que además trabajan para sostenerlos.

Es el caso de las ballenas, de quienes hoy sabemos son excelentes capturadoras de carbono. Tan solo una de ellas tiene capacidad de almacenar tanto carbono como 1,500 árboles, según un informe del Fondo Monetario Internacional. A su vez, son buenas agricultoras porque sus desechos son un estupendo fertilizante para el crecimiento del fitoplancton, organismo base de los ecosistemas acuáticos. Las ballenas viven de los océanos, pero a cambio trabajan para cuidarlos, son sabias.

Otro buen ejemplo son los manglares, ecosistemas que se forman en zonas costeras tropicales y subtropicales de todo el mundo, donde se encuentran las aguas de ríos y mares. Son muy importantes para la vida en el planeta porque proporcionan condiciones muy adecuadas para generar y albergar una rica biodiversidad acuática y terrestre. 

Además, son eficaces sumideros de carbono, con lo cual aportan a mitigar los efectos del cambio climático, y  son una defensa natural para las comunidades costeras frente a tormentas, tsunamis y erosión. Según “The State of the World’s Mangroves 2022” de la Global Mangove Alliance, cada año los manglares evitan pérdidas materiales por más de 65 millones de dólares que podrían darse por efecto de inundaciones y afectarían a más de 15 millones de personas. En ese sentido, estos ecosistemas también contribuyen a garantizar la permanencia de los medios de vida y la seguridad alimentaria de comunidades de todo el mundo. Los manglares también hacen su trabajo.

Por otro lado, están los pastos marinos que forman amplias praderas a lo largo de las costas en aguas poco profundas. Sirven a los océanos proporcionando vivienda y alimento para muchas especies, producen oxígeno y capturan carbono, también ayudan a disminuir el impacto de las olas, limpian los mares absorbiendo nutrientes contaminantes, entre muchas más tareas. No cabe duda, los pastos marinos hacen su trabajo.

Podríamos seguir mencionando a muchos otros seres marinos que trabajan duro para sostener los océanos y felizmente la lista es larga. Lamentablemente, en esa lista aún no es fácil encontrarnos, a nosotras, las personas.

Somos los únicos seres “vivos” que, creyéndonos dueños de los mares, nos servirnos de ellos sin dar nada a cambio. Pescamos a nuestras anchas, hacemos minería, disfrutamos del turismo, transportamos mercancías, entre muchas otras actividades. ¿Y qué damos a cambio? Casi nada. 

Quiero creer que la mayoría de nosotros aún no somos conscientes del valor del trabajo que hacen los verdaderos dueños de los océanos o de la importancia de los servicios que brindan para proteger al planeta entero -incluyéndonos-, pero sobre todo, no somos conscientes del daño que hacemos y del riesgo que corremos si no tomamos acción ahora.

Tomar consciencia sólo es el primer paso. Tenemos que tomar acción para proteger nuestros ecosistemas marinos, reparar daños y buscar su desarrollo sostenible. Y tomar acción pasa por ponernos de acuerdo entre nosotros y también con nuestros vecinos para promover el fortalecimiento de la gobernanza de los océanos y las zonas marino-costeras con una perspectiva global y además muy participativa, integrando a las comunidades al proceso.

Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) venimos trabajando en esa línea hace más de una década, a través de proyectos financiados por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) y que implementamos bajo el liderazgo de autoridades y la participación de comunidades de Perú, Chile y Ecuador, países hermanos con quienes compartimos el Gran Ecosistema Marino de la Corriente de Humboldt y la Ecorregión Golfo de Guayaquil del Gran Ecosistema Marino del Pacífico Centroamericano.

Con el proyecto Humboldt, en su primera fase, avanzamos hacia una gobernanza binacional del Gran Ecosistema Marino de la Corriente del Humboldt. Con base en un Análisis de Diagnóstico Transfronterizo se logró un entendimiento común sobre los principales problemas ambientales que comparten Chile y Perú en dicho ecosistema y se logró un Programa de Acción Estratégica implementado actualmente en el marco de la segunda etapa del proyecto, con el objetivo de facilitar el manejo pesquero basado en el ecosistema y la restauración de los ecosistemas de la Corriente Humboldt para la provisión sostenible y resiliente de bienes y servicios de los recursos marinos vivos compartidos por ambos países. 

Por su parte, con la Iniciativa Pesquerías Costeras América Latina, recientemente, se ha logrado demostrar una gestión holística basada en el ecosistema, contribuir al fortalecimiento de la gobernanza participativa de pesquerías artesanales costeras de Perú y Ecuador, generar las condiciones habilitantes para procesos de planificación espacial marina y costera e intercambiar experiencias y conocimiento a través de espacios de diálogo entre actores clave binacionales y globales. Este proyecto puso un especial énfasis en fortalecer la co-gestión como modelo para el manejo sostenible de ecosistemas marino – costeros, haciendo que autoridades y comunidades, se pongan de acuerdo y trabajen compartiendo decisiones y responsabilidades. 

Hoy, desde el PNUD queremos renovar nuestro compromiso de trabajar por el bienestar de los océanos, involucrando cada vez más a las comunidades humanas como parte de un gran sistema vivo, que es sostenido por seres maravillosos que nos dan el ejemplo de cómo es que se debe cuidar un hogar.