"Estoy seguro de que la región del mar de Aral prosperará en el futuro”

La regeneración del suelo ayuda a un hijo a reconstruir el legado de su padre

9 de Mayo de 2022

El mar de Aral fue una vez el cuarto lago más grande del mundo, pero se ha reducido drásticamente como consecuencia de décadas de mal uso de la tierra.

Foto: PNUD Kazajstán

"Lo recuerdo muy bien", explica Zhandos Moldagulov. “Antiguamente, la región del mar de Aral era un puerto pesquero que suministraba pescado a la mayoría de los países vecinos. Mis padres estaban orgullosos de vivir en este lugar de abundante agua, puestos de trabajo prometedores, barrios prósperos y tierras fértiles. El sueño de mi vida es ser un hijo digno del legado de mi padre, mantener productiva la granja y los árboles que heredé de él, para luego dejar una granja saludable a mi hijo", remarca Zhandos.

A sus 52 años, Zhandos ha vivido la mayor parte de su vida en la región de Aralsk o Aral, a orillas del mar de Aral, que conecta el sur de Kazajstán con Uzbekistán. 

Antes de la independencia de Kazajstán, la agricultura intensiva e industrial ya era una práctica generalizada. Con el paso del tiempo, esta actividad cobró un elevado precio, causando una gran erosión por el viento y el agua, como también suelos contaminados por residuos tóxicos y sal.

Como consecuencia, el paisaje es ahora muy diferente al que recuerda Zhandos.

"Antes casi podía saltar desde mi casa y caer directamente al mar. Ahora solo puedo soñar con ello. Me preocupa que no podamos conservar el mar para las próximas generaciones por culpa de las políticas apresuradas de los antiguos gobiernos. Desde hace 25 años es imposible ver las aguas del mar de Aral desde la casa donde crecí. Hemos perdido nuestros hogares, trabajos, tierras fértiles e incluso a nuestros vecinos", observa con tristeza Zhandos. 

 

Zhandos Moldagulov, de 52 años, revisa el plan de uso de la tierra que lo está guiando para restaurar la finca familiar.

El lago que se volvió un desierto 

El que fuera el cuarto lago más grande del mundo amenaza con convertirse en un desierto provocado por el hombre. Durante la década de 1960, los principales ríos que desembocaban en el mar de Aral fueron desviados para el riego masivo y el mar empezó a retroceder lentamente, con consecuencias económicas, sociales y medioambientales devastadoras. Antes había más de 1.100 islas dispersas por la región. En la actualidad, no tiene salida al mar y sufre un elevado nivel de desempleo. El 85 % de la población se ha marchado en busca de una vida mejor en otros lugares.

Basándose en las conclusiones y recomendaciones de las evaluaciones temáticas del Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services (IPBES, por sus siglas en inglés) sobre polinizadores, polinización y producción de alimentos y degradación y restauración de la tierra (ambos disponibles en inglés), el proyecto Red de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (BES-Net, por sus siglas en inglés) del PNUD ha promovido prácticas de gestión sostenible de la tierra para combatir los efectos de la desertificación, restaurar la productividad de la tierra e incentivar mejores medios de subsistencia. BES-Net es una iniciativa del PNUD junto con otros socios de la ONU, la UNESCO y el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación del PNUMA, con el apoyo del Gobierno de Alemania y SwedBio.

Con la industria pesquera prácticamente desaparecida, la agricultura sigue siendo la única fuente de ingresos para muchos.

Foto: Shutterstock

Un nuevo enfoque 

Con la disminución de la industria pesquera, la agricultura sigue siendo la única fuente de ingresos para muchos. El padre de Zhandos tenía 142 hectáreas en las que cultivaba hortalizas y frutas, como melones y albaricoques dulces y deliciosos. Sin embargo, la escasez de agua, la variabilidad del clima y las prácticas insostenibles del uso de la tierra están degradando los frágiles suelos. Para Zhandos era evidente la necesidad de un nuevo enfoque.

Muchos agricultores estaban entusiasmados de adquirir nuevos conocimientos sobre las prácticas modernas del uso de la tierra, especialmente adaptadas a las zonas áridas y al duro clima. Tal es así que aprovecharon con gusto la oportunidad de participar en el evento de diálogo tripartito entre política, ciencia y práctica, o Trialogue (en inglés), organizado por BES-Net y realizado en Almaty, la metrópolis más grande del país, en 2019. Este evento se centró en los problemas interrelacionados de los polinizadores y la restauración de la tierra. Sobre esta base, el Centro de Extensión "Kyzylorda" ahora ofrece cursos de formación sobre la gestión sostenible de la tierra y actividades de demostración, con el apoyo financiero del Fondo de Soluciones BES (en inglés) de BES-Net. Estos cursos y actividades se encuentran destinados a los pequeños agricultores.

Zhandos asistió a cursos sobre cómo dirigir una empresa agrícola, gestionar bancos de semillas, llevar a cabo una conservación del suelo y del agua de manera respetuosa con los polinizadores, rehabilitar tierras degradadas o abandonadas mediante el uso de polinizadores y sobre cómo cultivar los productos adecuados.

Para él era importante devolver la salud a las tierras de su familia, por una razón profundamente personal: "Al final de la formación, sabía qué prácticas específicas debía implementar para recuperar el jardín perdido de mi padre", dice.

El mar de Aral comenzó a reducirse en la década de 1960 después de que los ríos que lo alimentaban fueran desviados a proyectos de irrigación. En 1997 se había reducido al 10 % de su tamaño original.

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Pasos lentos, pero constantes y eficaces

Zhandos ha rehabilitado con éxito 101 hectáreas. Comenzó introduciendo medidas para mejorar la fertilidad del suelo, utilizando técnicas de rotación de cultivos y cultivos intercalados, mientras criaba las variedades de abejas que mejor se adaptaban. Aumentó la humedad del suelo cubriéndolo con láminas de plástico. Mejoró el drenaje de la tierra plantando árboles resistentes a la sal, donde solo aplica el riego con moderación para evitar que siga aumentando la salinidad del suelo. Zhandos también plantó un cinturón de protección de álamos blancos para proteger de la erosión del viento y la incursión de la arena en movimiento a las capas superiores del suelo. Además, tiene previsto rehabilitar las hectáreas restantes cuando el dinero se lo permita. 

"Las técnicas que aprendimos realmente funcionan en estos suelos secos. Tardé un año en aumentar la productividad de mi tierra a la mitad y en mejorar parcialmente la capacidad productiva de los árboles que quedaban del huerto de mi padre", afirma. Sus medios de vida mejoraron al aumentar el rendimiento de las legumbres y al casi duplicar su rebaño. Creó su propio sistema de compostaje con una capacidad de producción de 21 toneladas y empezó a utilizar este abono orgánico como fertilizante en sus tierras para minimizar el uso de fertilizantes sintéticos que además son costosos. Con la ayuda de agrónomos, plantó albaricoques, manzanas, cerezas, almendras y ciruelas, seleccionando variedades de maduración anticipada para asegurar una cosecha temprana. Ha utilizado sus colmenas para ampliar la polinización cruzada y duplicar sus rendimientos. Junto con sus hijos, cavó un canal para traer agua desde el canal principal, que había sido rehabilitado gracias a otro proyecto apoyado por el PNUD, llamado “Empoderamiento económico de las mujeres y oportunidades a través del acceso al agua de riego y la infraestructura”.

A medida que las aguas del mar de Aral retrocedieron, el aumento de los niveles de sal en el suelo se convirtieron en un gran desafío para los agricultores.

Foto: Shutterstock

Zhandos ahora emplea a ocho trabajadores fijos y 27 temporales. Esto no solo proporciona puestos de trabajo, sino que también aporta esperanza. Él dice con orgullo: "Es difícil imaginar que la vida de toda mi familia haya cambiado solo por haber aumentado mis conocimientos sobre los métodos de cultivo dependientes de los polinizadores y haber empezado a dirigir una empresa agrícola sostenible. Tenemos varios vecinos nuevos que han vuelto a las tierras de sus antepasados, estoy seguro de que la región de Aral prosperará en el futuro".

Para Zhandos, los cambios van más allá del dinero, pues han sido clave para mantener a su familia unida.

"Mis hijos ya no van al centro regional a trabajar como taxistas o trabajadores eventuales. Ahora trabajamos todos juntos en nuestra tierra y mis dos hijos han puesto en marcha nuevos negocios: uno como criador de ganado y otro como apicultor. Toda la fruta y verdura fresca que comemos ahora procede de nuestra propia parcela, lo que nos permite ahorrar unos USD 1.800 al año".

A medida que la familia sigue creciendo, Zhandos puede decir que realmente ha cumplido con el esfuerzo de su padre a lo largo de toda su vida y se ha asegurado de que la siguiente generación también disfrute de esta prosperidad.

"Pronto se casará mi hija y tendré suficiente fruta fresca, verduras, carne y dinero para organizar una buena boda y hacerle un buen regalo", concluye Zhandos.