¿El fin de los partidos políticos? El voto del descontento y el debilitamiento de los partidos políticos
7 de Noviembre de 2022
Los partidos políticos, y más ampliamente, la organización política, han sido una característica clave de la democracia. Los partidos políticos pueden articular intereses colectivos, agregar preferencias y canalizar demandas en el proceso de formulación de políticas. Durante las elecciones, los votantes utilizan a los partidos como representantes de cómo gobernarán los candidatos electos y qué tipo de políticas seguirán. Los partidos también pueden controlar e imponer disciplina a los funcionarios electos que se desvíen de sus plataformas. Esto permite cierta predictibilidad, ya que los partidos suelen actuar como contrapeso de las posiciones extremistas.
Cuando los sistemas de partidos son débiles, existe el riesgo que los votantes tengan menos información y, por lo tanto, que los votos se emitan con información limitada sobre las políticas que seguirán los candidatos como representantes electos. La rendición de cuentas de quienes resultan electos ante la ciudadanía organizada, se ve también debilitada. En última instancia, la ausencia de partidos políticos puede desestabilizar las democracias pues las legislaturas muy fragmentadas dificultan los acuerdos entre los actores y las posibilidades de gobernar.
En un contexto de creciente incertidumbre y polarización en América Latina y el Caribe, este Graph for Thought explora lo que está sucediendo con los partidos políticos en la región. A pesar que los países enfrentan situaciones diversas y dinámicas nacionales distintas, la mayoría de las elecciones recientes de América Latina ha compartido una tendencia común, con ciudadanos votando más "en contra de" que "a favor de", en un intento por castigar al sistema político. Existe una sensación general de insatisfacción con el nivel de inclusividad de las políticas públicas y el funcionamiento de las instituciones. La confianza en los partidos políticos en la región ha disminuido a niveles más bajos y a un ritmo más pronunciado que la confianza en los gobiernos en general. Mientras que la confianza en los gobiernos cayó del 46% en 2010 al 27% en 2020, la confianza en los partidos políticos disminuyó del 24% en 2013 al 13% en 2020 (Latinobarómetro 2021).
Aunque los ciudadanos de los países de América Latina y el Caribe tengan poca confianza en las instituciones (especialmente en los partidos políticos), han mantenido su compromiso con las elecciones. La participación electoral en los procesos recientes se ha mantenido fuerte, incluso a pesar de las restricciones de Covid-19. Como lo muestra la figura 1, el número de personas que declara que no votará se ha mantenido estable por debajo del 20%. Sin embargo, ha disminuido la intención de los votantes de favorecer al partido de turno o al retador, mientras que ha aumentado significativamente la opción de asistir a las elecciones, pero anular el voto.
Parece que los ciudadanos están utilizando las elecciones para expresar su descontento, un fenómeno denominado “voto del descontento” que puede definirse como el rechazo a los partidos políticos, las élites tradicionales y otras instituciones. La gente vota por nuevas plataformas políticas, a menudo creadas en torno a personalidades específicas y no a definiciones políticas.
El Gráfico 2 muestra que la edad de los partidos ganadores en las elecciones presidenciales en la región se ha reducido rápidamente, pasando de partidos con una edad promedio de 45 años en 2012-2015 a un promedio de solo 15 años en la ronda electoral más reciente. Una característica interesante de esta tendencia es que los líderes políticos, en muchos casos, no son recién llegados, sino miembros de los sistemas de partidos tradicionales. En otras palabras, los mismos líderes, pero menos apegados a las reglas de un partido político institucionalizado.
Quizás lo que estamos observando es una renovación de los partidos políticos de la región, que responde a cambios en las preferencias y prioridades de los votantes, en un mundo plagado de incertidumbre. Probablemente estemos asistiendo a un posicionamiento de los electores en contra de los partidos políticos establecidos y a favor de opciones más nuevas que a menudo se sitúan en los extremos opuestos del espectro político.
Estamos presenciando un 'voto del descontento' contra el sistema. Los votantes se acercan a las urnas con cansancio y descontento. En cualquier caso, la salud de los sistemas de partidos políticos debería preocuparnos a todos, ya que representan una característica clave de las democracias dinámicas y receptivas.