Tejiendo un sistema de cuidados

Un sistema integral de cuidados debe asegurar un modelo de corresponsabilidad social

29 de Octubre de 2024
Una mujer sentanda en un silla al lado de una niña

Las disparidades en el acceso de los servicios de cuidados son elevadas, tanto a nivel de costo como a nivel geográfico, resultando las zonas rurales las más afectadas.

Fotografía: Gabriel Rodríguez

Jessica Suárez,
Economista y técnica en género 


A pesar de un crecimiento económico dinámico de la economía panameña, de un 7.3% en 2023 (INEC, 2023), y de que el coeficiente Gini [1] ha disminuido entre 2021 y 2023, la desigualdad en Panamá se ubica entre los más altos de la región 0.489 en 2023, detrás de Colombia (0.548) y Brasil (0.520).  Estas desigualdades reflejan las disparidades existentes entre las diferentes provincias del país, pero también en el acceso a servicios básicos como agua, electricidad, educación de calidad, a la salud, y en los niveles de ingresos. Estas desigualdades que se han exacerbado durante y como consecuencia de la crisis de covid-19, han puesto de manifiesto las lagunas y ausencias de un sistema de protección social, que incluya un sistema integral de cuidados. 

En Panamá, como en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, las tareas del cuidado recaen mayoritariamente sobre las mujeres, reforzando las desigualdades y las brechas de género en su inserción en el mercado laboral formal e impactando los niveles de pobreza y pobreza extrema. Según la encuesta de mercado laboral del INEC (2023), la brecha de género en la población económicamente activa es de un 24.1%, siendo la tasa de participación de los hombres un 74.9% y la de las mujeres un 50.8%. El trabajo de cuidados no remunerado sigue siendo una de las razones destacables de esta brecha en cuanto a la inserción de las mujeres en el mercado laboral formal. 

Según la misma encuesta, mientras el 30.1% de las mujeres dedican de 5 a 8 horas al día al cuidado de niños, niñas, personas enfermas o dependientes, el 20.4% de los hombres realizan las mismas tareas. Agregando las demás labores del hogar (tiempo de cocina, lavado o planchado y otros oficios domésticos), las mujeres dedican tres veces más tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.  

La construcción de sistemas integrales de cuidados se basa en el reconocimiento de estos como un derecho, tanto para las personas que requieren de ellos como para las personas cuidadoras; además asegura la universalización del acceso a estos servicios.

Panamá está experimentando cambios sociales, económicos y demográficos, que se reflejan en un déficit de cuidados. Entre los factores más destacables, se pueden mencionar el envejecimiento de la población y el cambio en los modelos de familia, lo que implica la necesidad de repensar los cuidados, así como los sistemas de cuidados, poniendo de relieve la necesidad de una respuesta de los gobiernos y de los sectores corresponsables como el sector privado y las comunidades. 

Según el Censo de Población de 2023, Panamá tiene una población de 4,064,784 millones de personas de las cuales, 398,229 son mayores de 65 años, y 322,449 son niños y niñas de 0 a 4 años, lo que representa un total de 720,678 personas (casi 18% de la población) que necesita cuidados. Además, 173,079 personas viven con algún tipo de discapacidad.  

La pandemia de covid-19 puso el foco en la histórica crisis de los cuidados que enfrentan los países, y Panamá no escapa de esta realidad. A pesar de los avances alcanzados en cuanto a la creación de centros de atención para personas dependientes y la promulgación de la Ley 431 del 25 de abril de 2024 que crea el Sistema Nacional de Cuidados, las disparidades en el acceso a estos servicios son elevadas, tanto a nivel de costo como a nivel geográfico, siendo las zonas rurales las más afectadas por estas desigualdades.  

Un hombre sosteniendo a un niño con discapacidad

Cuidar y ser cuidados es una necesidad presente en todo el ciclo de vida de las personas

Fotografía: Gabriel Rodríguez

¿Qué es un sistema integral de cuidados? 

Un Sistema Integral de Cuidados, es el que establece un conjunto de políticas públicas que tienen el objetivo de cuidar, apoyar a las personas dependientes que lo requieren y redistribuir el trabajo de cuidados, hoy mayoritariamente asumido por las familias y dentro de ellas por las mujeres. La implementación de un sistema integral de cuidados debe asegurar un modelo de corresponsabilidad social, donde el Estado, el sector privado, la sociedad civil, las comunidades y las familias sean agentes responsables del cuidado de las personas[1].  La construcción de sistemas integrales de cuidados se basa en el reconocimiento de los cuidados como un derecho, tanto para las personas que requieren de cuidados como para las personas cuidadoras y asegura la universalización del acceso a los servicios de cuidados.  

De acuerdo con el artículo 1 de la Ley 431 del 25 de abril de 2024, Panamá “garantiza el derecho al cuidado, al pleno bienestar y al desarrollo de la autonomía de las personas, así como los derechos de las personas que cuidan de forma remunerada y no remunerada”.  La creación de sistemas integrales de cuidados permite reconocer esta necesidad de remunerar este trabajo, de redistribuir las tareas y de garantizar servicios de calidad, accesibles para todos y todas. Aunado a ello, con este nuevo marco legal, se asegura la corresponsabilidad en los cuidados, como se ha especificado en el artículo 2 de la citada Ley al establecer que “se crea el Sistema Nacional de Cuidados para promover y articular las políticas públicas en la materia a través de la corresponsabilidad entre el Estado, las familias, la comunidad, el sector privado y las organizaciones no gubernamentales”.  

¿Por qué crear un sistema integral de cuidados y cuáles son los beneficios? 

Diversas son las razones por las que se justifica no solo la creación de un sistema integral de cuidados sino también su desarrollo. CEPAL y ONU Mujeres (2021)[2], las sintetizan en las siguientes: 

  • Cuidar y ser cuidados es una necesidad presente en todo el ciclo de vida de las personas, desde la infancia, la edad adulta y en la etapa de la vejez. Invertir en los cuidados contribuye al bienestar de las personas, a través de la proporción de servicios de cuidados de calidad, adaptados a la necesidad de las diferentes categorías de la población que requieran de cuidados. 
  • La creación de sistemas integrales de cuidados surge de la necesidad de paliar el déficit creciente de los cuidados y la necesidad de redistribuir el trabajo doméstico y de cuidados entre hombres y mujeres, por justicia social y para superar las disparidades de género existentes, en materia de empleo, participación social, política y económica de las mujeres, entre otras.  Los sistemas integrales de cuidados permiten a las mujeres, quienes son las principales responsables del trabajo de cuidados no remunerado, insertarse en el mercado laboral formal, favoreciendo su empoderamiento económico y la reducción de las desigualdades de género. Tener un sistema integral de cuidados, permite a las personas que están en el mercado laboral formal, pero que a su vez se enfrentan una alta demanda de cuidados, permanezcan en su trabajo o puedan reincorporarse a él. 
  • Los sistemas integrales de cuidados ponen de relieve la necesidad de implementar políticas públicas de cuidados que conformen los cuatro pilares de la protección social (educación, salud, seguridad social y cuidados). En la región, los sistemas de protección social se han construido en torno a tres pilares, que son la educación, la salud y la seguridad social. Sin embargo, el cuidado debe estar considerado como un cuarto pilar de estos sistemas, cumpliendo con una función social y una necesidad a lo largo de la vida de las personas. Por lo cual, es necesario que los países integren en sus sistemas de protección social clásica el pilar de cuidados, con el objetivo de mejorar la oferta de servicios de cuidados y redistribuir el trabajo de cuidados no remunerados.  
  • Invertir en sistemas integrales de cuidados genera beneficios económicos y sociales, denominado como el “triple dividendo de la inversión en cuidados”.  Es decir, contribuye a la recuperación socioeconómica de un país, a través de la creación directa e indirecta de empleos. Por ejemplo, en lo que concierne a la creación directa de empleos en el sector de los cuidados, reconociendo las competencias específicas que se requieren para asegurar la prestación de servicios de cuidados de calidad y asegurar que las personas cuidadoras remuneradas tengan condiciones de trabajo digno.  Sobre la creación de empleos indirectos se refiere a los empleos que se generan a través de las industrias que suministran al sector de los cuidados y los empleos que se generan por el aumento del consumo de los hogares derivado de la creación de empleo directo e indirecto (mayores ingresos conduciendo a un mayor gasto de consumo, generando la creación de empleos).  

 Panamá va en la línea correcta. Reconocer los cuidados como un eje fundamental de la protección social es necesario para garantizar servicios de cuidados de calidad a toda la población; para garantizar el trabajo de las personas cuidadoras en condiciones de empleo decente y digno, para hacer visible las labores no remuneradas de cuidados y revalorizarlas social y económicamente; y para contribuir al bienestar socioeconómico de los países.


[1] El coeficiente de Gini (Banco Mundial) es utilizado para medir la desigualdad. Un coeficiente de Gini de 0 significa que existe una perfecta igualdad. Un coeficiente de Gini de 1 significa que existe una desigualdad absoluta
[2] Hacia la construcción de sistemas integrales de cuidados en América Latina y el Caribe: Elementos para su implementación, CEPAL, ONU Mujeres, 2021